Más de uno tendrá ganas de cantarle a Lou Reed aquello de You´re going to reap just what you sow (Sólo recogerás aquello que siembres), estrofa de su Perfect Day, tema incluido en su brillante Transformer (1972). El músico de Long Island puede presumir de ser una figura crucial de la música popular contemporánea, pero cuando baja de los escenarios, no siempre acierta. El desencuentro con el personal de Es Baluard y con la prensa producido ayer y el pasado jueves no sorprendió a los que trataron con él en su última visita, en octubre de 1998, cuando actuó ante dos mil personas en la plaza de toros de Alcúdia. Ya desde su aterrizaje en Son Sant Joan, Mr. Reed sacó a relucir su carácter difícil, huraño, de niño maleducado. Los guardaespaldas que le acompañaban empujaron a los periodistas y fotógrafos presentes y el manager de entonces amenazó: "¡Ni una sola foto!" Las imágenes retrataron al antiguo líder de la Velvet de cara a la pared y de espaldas a la gente, con semblante de pocos amigos. "Sigo siendo el chico malo del rock", afirmó a este diario al mismo tiempo que alababa parte del físico de una periodista. Ya por la tarde, la prueba de sonido empezó con retraso, con lo que el grupo The Silos, que debía de actuar como telonero, fue sacrificado por su impuntualidad. Por la noche, repitió, y salió a escena una hora después del horario programado. Sus fans se lo perdonaron todo.