Carlos Espí analiza cómo la leyenda de la Passio Imaginis, en la que se relata cómo los judíos de Beirut habrían acuchillado un crucifijo en desprecio por Jesucristo, se popularizó en la Baja Edad Media en Mallorca y condujo a conflictos tan reales como los derivados de acusar a los practicantes del judaísmo de destruir crucifijos e incluso de reinterpretar la Pasión de Cristo. Espí contextualiza el mito de origen sirio hacia el siglo VIII. "En la iglesia europea, se produjo una especie de cisma en cuanto a la utilización de las imágenes para el culto. Es lo que se conoce como la crisis iconoclasta bizantina. Los cristianos de Oriente rechazaban las representaciones al igual que los judíos. La postura occidental era la contraria: los teólogos defendían las imágenes para que aquellos que no supieran leer pudieran comprender la historia sagrada". Fue así que los partidarios de las representaciones comenzaron a inventarse leyendas en las que las imágenes hacían milagros, para de este modo ganar adeptos. "En el siglo VIII surgió en Siria la leyenda de la Passio Imaginis, en la que la sangre que brota de un crucifijo de Cristo cura a un ciego y a un impedido motriz. En ese momento, representan a los judíos como atacantes porque estaban en contra, como los cristianos orientales, de las imágenes", arguye Espí.