La restauración del retablo gótico de la Seu, que durante cerca de dos siglos permaneció desmembrado tras el retablo barroco, en el altar principal, hasta que en 1904 Antoni Gaudí optó por colocarlo sobre el portal del Mirador por motivos relacionados con la idea de reforma litúrgica, ha planteado estos días que se cuestione la conveniencia o no de devolverlo a su estado inicial y la posibilidad de reubicar en él las distintas esculturas que formaban parte del mueble arquitectónico y que hoy se encuentran dispersas en distintos puntos de la catedral.

Esta joya mallorquina, única en el mundo por su morfología y programa iconográfico, fue tallada, según la hipótesis que maneja la historiadora y responsable del Grupo de Conservación del Patrimonio Artístico Religioso de la UIB Mercè Gambús, por el escultor Llorenç Tosquella júnior, en la década de 1420, fecha documentada por los historiadores Antoni Pons y Francisco Molinas. En su origen presentaba una tipología de mueble arquitectónico de caja transparente y estaba conformada por un solo cuerpo de dos fachadas translúcidas confrontadas y colocadas sobre una predela en relieve. Unas bóvedas de crucería coronaban el conjunto.

Olvidado durante siglos

La obra gótica se situó en el altar mayor y funcionó como retablo mayor hasta que fue sustituido por otro de estilo barroco, en el año 1729. Éste se colocó a unos dos metros de la cátedra episcopal, que quedó totalmente tapada. El retablo gótico se dividió longitudinalmente y se separaron las dos fachadas principales, operación que también afectó a las cúpulas y a la imagen de la Virgen sagrario. La fachada principal, que sería la inferior hoy sobre el portal del Mirador, quedó adosada detrás del retablo barroco, mirando hacia la cátedra, mientras que la posterior hacía de celosía en la capilla de la Trinitat. El retablo gótico, de este modo, perdió su función activa y quedó condenado al abandono, hasta 1904.

Ese año, cuando Gaudí emprendió la reforma de la Seu, el retablo mayor gótico fue revalorizado después de que el barroco fuera desmontado y trasladado a la iglesia de la Inmaculada, en Sant Magí. Los distintos elementos de la obra gótica fueron restaurados, pero sus esculturas se separaron de él y se colocaron en el presbiterio. La Mare de Déu se situó en la capilla de la Trinidad. La estructura arquitectónica, por su parte, se ubicó en el mismo lugar donde hoy podemos contemplarla: sobre el portal del Mirador.

Tras los trabajos de restauración y conservación acometidos durante ocho meses por el equipo que ha dirigido Antònia Reig Morro, se han escuchado voces que piden que el retablo gótico vuelva a su estado primitivo. Mercè Gambús opina al respecto que la posición actual es la que decidió Gaudí y que se debe respetar su intervención, pensada en conjunto, sin olvidar las reformas que practicó en el resto del templo.

"Si se devolviera a su estado inicial romperíamos el esquema de la reforma gaudiniana, modificaríamos la imagen que dejó en la Seu", subraya.

Lo que propone la historiadora es la reconstrucción virtual del retablo, algo que será posible en un futuro inmediato, gracias a unas pantallas táctiles que se colocarán en el portal del Mirador y que permitirán leer el retablo y conocer en profundidad todos sus detalles.

Porque la obra de Llorenç Tosquella júnior es un auténtico tesoro iconográfico que actualmente, dada su colocación, sobre el portal del Mirador, varios metros sobre el nivel del suelo, no puede apreciarse con minuciosidad. El retablo recorre en alto relieve los Gozos de la Virgen y presenta tratamientos singulares, como el de la Anunciación del Arcángel Gabriel a María, ya que están representados juntos, en una secuencia descendente, Dios Padre [figura hoy mutilada], el Hijo, como Infante, y el Espíritu Santo, como Paloma, en el momento en que el Angel anuncia la buena nueva.

El retablo gótico también está decorado con dos filas de ángeles músicos que tocan diferentes instrumentos de la época, como un añafil, una trompeta bastarda, la cornamusa, el flabiol, la viola de brazo o el salterio. Entre arco y arco también están representados los apóstoles [fachada anterior, inferior] y los santos mártires [fachada posterior, superior]. Cada una de las ménsulas están trabajadas en forma de figuras que representan los profetas.

Separada del retablo gótico, en la capilla de la Trinidad, permanece la Virgen sagrario que presidía el cuerpo original del retablo. Una Mare de Déu que cuenta con un habitáculo para guardar la Eucaristía y que constituye una pieza excepcional. "En Mallorca se conserva un número notable de estas vírgenes que convendría recuperar", apunta Mercè Gambús. Las otras seis imágenes del retablo, las de Sant Jaume, Joan Bautista, San Juan Evangelista, Santa Eulalia, Santa María Magdalena y Santa Bárbara, continúan en el presbiterio, el lugar donde Gaudí decidió que se quedaran.

La intervención realizada en el retablo se enmarca en el conjunto de acciones pensadas en vistas al centenario de la muerte del obispo Campins que se celebrará en 2015.