Carlos Miró, coreógrafo y bailarín, inaugura hoy Puntipart, nuevo centro cultural contemporáneo que abre sus puertas en Alaró con el propósito de formar a jóvenes y adultos en el mundo de la danza e invitar a compañías para que utilicen el espacio como residencia. La escuela de danza (teléfono 689 038 339) funcionará con dos grupos: el de formación, destinado a jóvenes de entre 3 y 14 años; y el de adultos, dos días por semana, "para que la gente pueda aproximarse a la danza, conocer su cuerpo y desarrollar un vocabulario propio", señala.

El centro es de iniciativa privada porque, para Miró, "es urgente dejar de depender de lo municipal. Lo que hoy te dan mañana igual te lo quitan, y así no se puede trabajar".

Preguntado por la edad ideal para dar los primeros pasos en un mundo, el de la danza, "que te obliga a buscar recursos para expresarte y alimenta la sociabilidad", no duda: "Yo tengo una niña de nueve meses y ya la estiro. No se trata de forzar al niño, pero sí de mantener la elasticidad natural del bebé. Vale la pena empezar pronto, lo aseguro, de lo contrario puedes convertirte en un tronco", agrega.

La compañía de Carlos Miró, Puntiapart Dansteatre, actuará este domingo (18,30 horas, 7 euros) en la Sala de Dalt del Teatre de Manacor para presentar la coreografía Violeta, un "regalo" de su buen amigo y maestro Ramon Oller, Premio Nacional de Danza.

"Es un espectáculo de danza contemporánea que habla de los sentimientos de una mujer que vivió el Holocausto, un ballet conceptual que juega con las emociones y que presenta serias dificultades", al tratarse de una coreografía llena de cambios de ritmo, humor y expresión dramática, argumenta Miró.

Violeta, que pone en escena a ocho bailarines (cuatro hombres y cuatro mujeres), volverá a representarse el 11 de noviembre en el Auditòrium de Palma, dentro de un programa que incluye otro "regalo" de Oller, Tango rojo, coreografía que "deberé defender yo solo en el escenario".

"Comparto muchas cosas con Oller: la base, técnica, metodología, ideología... Los dos pensamos que la formación de un bailarín tiene que ser completam trabajar cada día, y no debe cerrarse a ningún estilo, ya sea contemporáneo, jazz o claqué", señala.

Con quince años de trayectoria como intérprete, Miró, de 34 años , reconoció recientemente que "pensaba que no iba a bailar más".

"Los dos últimos años he intentado dirigir mi carrera a la dirección y las coreografías, pero me he dado cuenta que estoy en mi mejor momento", asegura.