Quedan treinta puntos en juego. Si nos atenemos a los números, el Mallorca está matemáticamente a 23 de lograr el ascenso directo a Primera, aunque seguro que le harán falta algunos menos en la realidad para lograrlo. Llegan los últimos diez partidos, esa etapa en la que el difunto Luis Aragonés decía que se decide todo, y en la que es más difícil sumar porque casi todos los equipos se juegan algo, entrar en el play-off de ascenso o eludir el descenso. Con un encuentro menos, cuatro puntos más golaverage sobre el tercero, que es quien marca la diferencia entre el fracaso o el éxito total es una ventaja que no se puede perder. El calendario del Mallorca es mejor en teoría que el del Almería, que se ha de enfrentar al Espanyol y al Sporting, e incluso que el de los del equipo de Moreno, que además de los andaluces se cruzará con el Leganés.

No cabe confiarse porque nada está hecho. La victoria ante el Leganés ha de volver a ser el punto de inflexión para un equipo que después de una racha negativa siempre ha sabido levantarse para mantenerse en su posición privilegiada. Pero no cabe engañarse, el Mallorca sumó tres puntos ante los madrileños haciendo demasiado poco, apenas tres remates a puerta en todo el partido, y eludió el empate gracias a un Reina, -al César lo que es del César- que enmendó con nota sus errores de Fuenlabrada, con una parada que vale dos puntos. Además de recuperar a Amath y a Galarreta, Garcia Plaza precisa que el equipo recupere sensaciones, al mejor Salva, Dani, Antonio Sánchez, Abdón y que los ‘refuerzos’ de Álvaro Giménez, Mollejo o el ‘desaparecido’ Marc Cardona den el nivel que se esperaba de ellos. De lo contrario se sufrirá.