Habrá que agradecer a los jugadores del Mallorca que nos permitieran disfrutar de la comida sin tenernos en un estado de sobresalto. Apenas habían pasado 16 minutos y ya teníamos claro, tras el enésimo absurdo penalti cometido por Lago Junior, que los de Moreno no iban a hacer otra cosa que perder en San Mamés. Era como si el Mallorca no se jugara nada o no tuviera argumentos para cambiar las cosas. Nadie, a excepción tal vez de un comprometido Dani Rodríguez, hacía algo para darle un giro a las cosas. Otros como Kubo parece que solo trabajan ya para hacer la jugada del año que les permita destacar individualmente.

Pareciera que el equipo tuviera asumido que la salvación es un imposible, sólo así se explica que se permita tirar por la borda 70 minutos del partido sin reaccionar, hasta que el Athletic nos regaló un penalti que nos hizo soñar con algo más que una derrota. El balance tras la vuelta a la competición no puede ser peor. El Mallorca es el equipo que menos puntos ha sumado, el que menos goles ha marcado, y el que más ha encajado. A falta de seis partidos para que acabe la Liga, solo falta que las matemáticas certifiquen que este equipo no tiene argumentos ni revulsivos para seguir en Primera, que huele a Segunda. El del Celta puede ser ya la última estación de este viacrucis.