Los números no le salen a Maheta Molango. El Mallorca es un pozo de inversión sin fondo, sustentato y amparado, únicamente, por el respaldo que supone la propiedad americana. El déficit que acumula el conjunto bermellón en las tres últimas temporadas asciende a 13 millones de euros, una cantidad inviable para la mayoría de clubes de Segunda División.

Pese a haberse sometido a un concurso de acreedores y mantener todavía una deuda con Hacienda que asciende a los 16 millones de euros, la entidad rojilla desveló en su auditoría de cuentas unas pérdidas superiores a los 13 millones de euros en sus últimas tres temporadas.

En el año del descenso a Segunda B, la entidad sumó un déficit de 4,374 millones de euros. Durante la pasada campaña, en la división de bronce, las pérdidas superaron también los 4 millones, con unos gastos en personal de 7,2, superando de esta forma a muchos equipos de Segunda División. Llama especialmente la atención dicha cifra, pese a que el Mallorca contó, ese año, con unos ingresos excepcionales de más de cinco millones, por ayudas de la Liga al descenso y por el traspaso que realizó por Brandon Thomas.

Ya este curso, hay presupuestado un déficit que ronda los 3,7 millones, una cifra que el Mallorca solo puede permitirse gracias al sustento de la propiedad americana, quien ha aportado, a través de varias ampliaciones de capital, más de 30 millones en los últimos tres años.

Uno de los datos más polémicos declarado en la auditoría del club es el sueldo que recibe el personal no deportivo de la entidad, que pese a encontrarse, el curso pasado, en Segunda B, ascendió a 2.476.449 euros, unas cifras inasumibles para cualquier club de Segunda B, Segunda División e incluso de Primera.

El Mallorca realizó la pasada temporada una inversión en plantilla que alcanzó los 4,7 millones de euros. Medio millón fue utilizado en concepto de traspasos y otro medio acabó en manos de intermediarios.