El Mallorca dijo anoche prácticamente adiós a la Copa del Rey al perder por 1-2 en un partido con muy poca historia ante un Valladolid que, como los rojillos, plagado de suplentes, hizo lo que quiso ante un rival que asumió su inferioridad desde los primeros minutos. Dos golazos de Verde en los minutos 7 y 35 dejaron el partido y la eliminatoria muy cuesta arriba para el Mallorca, que acortó distancias en el minuto 66 por medio de Buenacasa, que hacía cinco minutos que estaba sobre el terreno de juego.

El partido empezó con un contratiempo importante. A los dos minutos se ha ido la luz, y tras varios minutos en que los jugadores de ambos equipos pelotearon a oscuras en el terreno de juego, el colegiado Medié Jiménez ordenó a los futbolistas que se refugiaran en los vestuarios. A los diez minutos se reanudó el partido, un duelo soso, espeso, aburrido la mayor parte del tiempo y que solo despertó con los dos golazos de Verde que sorprendieron a Parera. Ambos con mucho efecto que hicieron imposible cualquier intento del guardameta mallorquín. En la segunda parte el Mallorca mejoró, pero de forma insuficiente.

Desde el primer momento se pudo comprobar la superioridad técnica del equipo de Sergio González. Los suplentes del Mallorca, salvo Xisco Campos, demostraron que están bien donde están y que, hoy por hoy, están muy lejos de los titulares. No tuvieron opciones en ningún momento, ni cuando acortaron distancias. De futbolistas que apenas juegan, que se pasan gran parte de la temporada en el banquillo y algunos incluso en la grada, se espera mucho más de lo que ofrecieron en esa noche de perros, con lluvia y frío, aunque menos de lo esperado. Debía ser el partido de Faurlín, de Baba, de Valcarce, del Castro y de Álex López. Pero durante muchos minutos fueron invisibles. Unos a otros se contagiaron de su empanada mental, de lo que pareció pocas ganas de jugar. Un pecado para unos futbolistas que han dado la razón a su entrenador de que donde mejor están es en el banquillo. Los titulares están a años luz.

La gran novedad en la alineación de Moreno fue Pablo Ramón. El juvenil, de 17 años, que ha jugado tres partidos con el filial en Tercera, ha cumplido con creces en su debut. Central, se situó junto a Russo, y Xisco Campos se colocó en el lateral. Con un físico imponente -mide 1,86-, el chaval de Calvià debe tener un futuro prometedor para que Moreno le haya dado la titularidad a la primera que ha podido. Volverá hoy al juvenil, como no puede ser de otra manera, pero el día de su estreno no lo olvidará fácilmente.

Nada pasaba hasta que de nuevo Verde mostró su mágica zurda. Desde fuera del área volvió a sorprender a Parera, que nada pudo hacer. Si quedaba alguna esperanza, se fue de golpe. Como ante el Las Palmas el pasado sábado, el equipo se colocó con dos goles abajo, y, a diferencia de ante los canarios, no tenía pinta de que se pudiera igualar. Los titulares tienen hambre, además de más calidad; los suplentes afrontaron el partido como un día más en la oficina. Craso error. Sobre todo para los que parecía hasta hace poco que eran intocables. Por ejemplo, Castro, al que Moreno señaló con el cambio al cuarto de hora de la segunda parte. El asturiano no dio una, y sería interesante comprobar en esas estadísticas que todo lo leen cuántos balones tocó. Seguramente muy pocos.

A falta de noticias en el terreno de juego, Moreno movió el banquillo. Y es cuando se produjo la gran ovación de la noche para un jugador que ha pasado poco menos que un calvario desde el verano, Joan Sastre. Ayer empezó a ver la luz al final del túnel al jugar sus primeros minutos. Lo hizo junto a Buenacasa, otro que ha estado lesionado desde el verano, que siete minutos después recortó distancias en el marcador al cabecear un centro de Baba.

A falta de quince minutos, Moreno se la jugó al dar entrada a Stoichkov por Pablo Ramón. Pasó a jugar con tres defensas en busca de un empate que al final no llegó. Lo tuvo Valcarce, pero su remate se fue alto. No hay que engañarse. La elimianatoria está muy complicada, prácticamente imposible, pero cosas más raras se han visto en el fútbol. Eso sí, para que se produzca el milagro, el Mallorca de ayer tendrá que ser muy diferente el 5 de diciembre en Valladolid.