Casi un año después de que el Mallorca descendiera a Segunda B, el 4 de junio del pasado año, 358 días después, en el mismo escenario de Anduva, el Mallorca ha vuelto a Segunda División. El 3-1 de Son Moix ha sido suficiente para que, a la primera, y por la vía rápida, el conjunto rojillo recuperara la categoría que nunca debió haber dejado.

Arropados por unos quinientos aficionados en las gradas que no dejaron de animar, con el mítico Steve Nash y el presidente Andy Kohlberg en el menudo palco del estadio del Mirandés, y con un millar de mallorquinistas en la plaza de las Tortugas, el Mallorca jugará la próxima temporada en Segunda División por méritos propios tras el empate sin goles. Por encima de cualquier otro, gran parte de la responsabilidad del ascenso hay que achacarla a Vicente Moreno, el triunfo de un entrenador discreto como pocos, que no ha dicho en toda la temporada una palabra más alta que otra. A diferencia de muchos de sus colegas, ha actuado con una normalidad y naturalidad pasmosa, sin hacer ruido, y sin ataques de entrenador. Ha sido un gestor perfecto del vestuario y, como futbolista que ha sido, sabiendo en todo momento que los protagonistas de este invento son los jugadores. Llegó con crédito, y lo ha aumentado. Será el entrenador del nuevo proyecto. Ahora dependerá de los de arriba, de los que toman decisiones, a qué se puede aspirar. Tratándose del Mallorca, debería ser a lo máximo, pero ya se verá.

El partido se ha desarrollado como se esperaba. Bronco desde un primer momento. Pablo Alfaro, defensa en su día de los de dar y tomar, de los que no se andaban con chiquitas, ordenó un presión asfixiante en los primeros minutos. La consigna era intimidar. Y bien que lo hizo porque a los dos minutos Bonilla caía tendido sobre el césped por un pinzamiento lumbar. Ya no se volvería a levantar y tuvo que abandonar en camilla el terreno de juego. Fuera de la convocatoria Salva Ruiz, Fran Gámez, un diestro, tuvo que ocupar la banda izquierda. Y lo ha hecho bien. Ha tenido la virtud de no complicarse la vida.

El Mallorca no se ha dejado intimidar y, a los cinco minutos, Sastre ha visto la amarilla por una dura entrada a Diego Peláez. En apenas cinco minutos, los laterales rojillos, esta tarde de blanco, estaban afectados por una lesión y una tarjeta. El equipo de Moreno no ha sido brillante. Tampoco era el objetivo. La consigna era resistir, no dejar jugar al rival, que la noticia estuviera en lo que no pasaba más que en lo que ocurría. Que ha sido poco en la primera parte porque el juego ha estado continuamente interrumpido, ya sea por la pérdida de tiempo de Reina -que en la segunda parte le ha costado una amarilla-, por la lesión de Bonilla, por una falta a Álex López que le ha obligado a abandonar momentáneamente el campo, o porque Pablo Alfaro, técnico del Mirandés, parecía más un jugador desde la zona de banquillo que el entrenador.

El dominio ha sido del Mirandés, pero el Mallorca ha pasado por muy pocos apuros. Cuando más, en el minuto 41 cuando Yanis, libre de marca, ha tirado alto cuando estaba completamente solo ante Reina. Susto importante que, afortunadamente, se ha quedado en eso. Y así se ha llegado al descanso. El equipo estaba a 45 minutos de subir a Segunda. Había que estar preparado para el comienzo de la segunda. Como se esperaba, el Mirandés fue a por todas, sabiendo que el tiempo jugaba más en su contra que nunca. Aridai ha reclamado penalti a los dos minutos de la reanudación, pero las imágenes han demostrado que el canario se ha tirado. La presión de los locales se ha hecho asfixiante. La ha tenido Llorente en el 50 y Yanis seis minutos después. Cada falta, cada saque de esquina, era una agonía para un Mallorca que, definitivamente, ya solo estaba en el campo para defender la ventaja de dos goles. La portería de Limones quedaba a años luz.

El Mirandés seguía creyendo, pero el paso de los minutos jugaba a favor de un Mallorca que, a falta de fútbol, estaba bien plantado en el campo. Se puede decir que ha desesperado al Mirandés, incapaz de superar la segura defensa rojilla, que empezaba en Abdón y Álex López y acababa en Reina. Y se ha llegado al final, y la alegría desbordada en los jugadores y banquillo del Mallorca. El objetivo se ha cumplido. Toca saborear el éxito y, sin pausa, empezar a preparar la próxima temporada.