Diario de Mallorca

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Análisis

En el punto de partida

Prácticamente un año después del desembarco norteamericano el Mallorca está donde estaba: en puestos de descenso y con serio peligro de perder la categoría. Es verdad que faltan muchos puntos en juego, pero la entidad rojilla sabe mejor que nadie, porque lo ha sufrido en sus carnes en las últimas temporadas, que cuando te metes en el pozo es muy difícil salir. Lo hizo la pasada temporada en la última jornada en un partido, dejésmoslo en un tanto extraño, en Valladolid.

El club, Maheta Molango en este caso, cometió el error de mantener el mando de la plantilla a Fernando Vázquez, que durante más de medio curso se vio incapaz de dar la vuelta a la situación. El dinero, o mejor dicho, la falta de él, fue el único motivo de la continuidad del técnico de Castrofeito. De la misma manera que Olaizola se sienta ahora en el banquillo por igual motivo. Un lastre, la falta de liquidez, que condiciona el día a día de la entidad.

Con un inminente calendario de aúpa -después de recibir al Mirandés el 6 de enero el equipo vuelve a disputar dos partidos a domicilio-, el consejero delegado debe hacer un esfuerzo para reforzar las demarcaciones con más carencias del equipo, que son unas cuantas. Sobre todo, un lateral izquierdo, un centrocampista y un punta con ciertas garantías de gol. Mientras tanto habrá que confiar en Olaizola y su convencimiento de que sacará esto adelante. Su discurso cala, pero como muy bien dice Miquel Soler unas líneas más arriba, "el mensaje emocional dura lo que dura si no va acompañado de resultados". La presión es máxima y se hace difícil ser optimista porque solo el tiempo juega a favor del Mallorca.

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