La ausencia de Marco Asensio despejó todas las dudas. Sin su referencia el Mallorca es un equipo vulgar que ayer fue víctima de su falta de fútbol y de su ingenuidad al caer en la trampa de un Alcorcón brusco, sucio si se quiere, que desquició a los locales desde el minuto uno.

Karpin no acertó en la sustitución del internacional sub´19. Aún a sabiendas de que en la plantilla no hay ningún jugador de características similares, colocó a una escoba, Fofo, en una posición que requiere movimiento entre líneas, precisión, habilidad y visión.

Perdida la referencia, la escasa creatividad de sus pupilos se limitó a los escarceos individuales de Pereira agotado, igual que Arana, en la segunda parte.

El ruso optó esta vez por lo más fácil, hombre por hombre, sin capacidad para sosegar desde el banquillo el ímpetu descontrolado de sus futbolistas y poco afortunado en el relevo de Scepovic, la pretensión de que Martí pueda ejercer de Joao Víctor o su inexplicable y ciega fe en Pau Cendrós.

Decepcionante, aunque no culpable, el arbitraje de Arias López. A un colegiado se le pide que acierte en las decisiones, pero se le debe exigir sobre todo que no pierda las riendas de un partido. Se olvidó de sacar tarjeta amarilla en el penalti y permitió reiteración de faltas y protestas visitantes que redundaron en perjuicio local y del propio espectáculo.