Valeri Karpin se ha salido con la suya. Hoy hace justo un mes que tenía pie y medio fuera del Mallorca. La derrota en Zaragoza (2-0), la quinta en siete encuentros tras otra triste imagen del equipo, le dejaba en una posición extremadamente débil para continuar en el banquillo mallorquinista. Con Dudu Aouate, el hombre que confió en él fuera del club, y con Miquel Angel Nadal ejerciendo de nuevo funciones de director deportivo, todo indicaba que sus horas en el Mallorca estaban contadas. Pero la situación ha dado en solo treinta días un giro de 180 grados.

El técnico ruso, de 45 años, se ha sabido ganar el respeto de sus jugadores. Basta con ver cómo festeja las victorias con sus futbolistas a pie de campo para comprobar que la relación es de complicidad. Se los ha sabido ganar. Pero, además, ha sabido rectificar y tomar decisiones que han mejorado el rendimiento del equipo. Han sido unas cuantas. Por ejemplo, ubicar a Marco en el centro, como segundo punta y por delante de los dos pivotes defensivos. El cambio coincidió, curiosamente, con la primera victoria de la temporada, obtenida ante el Alavés el pasado 11 de octubre. La perla de la cantera fue decisivo aquel día al marcar el primer gol y dar el pase a Abdón en el segundo. A la semana siguiente, ante la Llagostera, volvería a ser crucial al marcar el primero de los cuatro goles al conjunto catalán.

Tampoco le ha temblado el pulso a la hora de recurrir al filial y dejar en el banquillo a los centrales titulares, Truyols y Agus. Los clamorosos errores individuales de ambos jugadores acabaron con la paciencia del técnico y llamó al central ghanés de 19 años Kasim Adams. Debutó ante el Barcelona B (3-3) y jugó en el lugar de Agus, que pagó los platos rotos de los seis goles encajados en El Sadar. Su estreno no pudo ser mejor porque marcó los dos primeros de su equipo que solo sirvieron para sumar un punto. A la semana siguiente, en Zaragoza, formó pareja con Agus, que recuperó su plaza tras el error de Truyols en el segundo gol del filial azulgrana. Desde aquel día no ha vuelto a jugar. Fue ante el Alavés cuando Kasim formó pareja con Bigas en el centro de la defensa, la más estable y que ha frenado la hemorragia de goles. Con ellos en el campo, el equipo ha encajado dos en cuatro partidos.

Pese a las cuatro victorias consecutivas, Karpin continúa con su discurso victimista en cuanto a su futuro. "Me juego el puesto cada partido. En este club solo puedo mirar día a día porque no sé lo que va a pasar", no se cansa de repetir. En cualquier caso, el técnico ruso sabe que ha ganado crédito. Ahora no se le puede despedir tan fácilmente, que una derrota en Santander el próximo domingo no debe acarrear su salida, aunque en este club nunca se sabe. Y más con tantos enemigos como tiene en la planta noble.

Dos días después de perder en Zaragoza, el pasado 5 de octubre, Nadal se entrevistó con Karpin por orden de Cerdà. El objetivo era sondearle para ver en qué condiciones estaría dispuesto a irse. Se supo porque en la rueda de prensa anterior al partido del Alavés el entrenador reveló que estaría dispuesto a perdonar su segundo año "si el dinero se dedica a cuidar los campos de son Bibiloni". Pero llegó la primera victoria, la segunda, la tercera y la cuarta. Aunque sabe que la espada de Damocles continúa sobre su cabeza, de momento gana la batalla.