Biel Cerdà quiere morir motando. A pocas horas de completar un ´pelotazo´ sin precedentes con su pírrico cinco por ciento de acciones, una de su grandes preocupaciones es que Dudu Aouate se comprometa a despedir a dos trabajadores a los que considera desafectos hacia su persona: Javier Rodríguez, responsable de prensa del club; y Jaume Colombàs, coordinador de actividades de animación y de las últimas campañas de abonados que ha llevado a cabo la institución.

Estos dos nombres se han colado frecuentemente en las conversaciones que el todavía presidente mantiene con Aouate para venderle su paquete accionarial. El israelí ha acordado pagarle 2,9 millones por unos títulos que al pollencí solo le costaron algo más de 100.000 hace cuatro años. Pero ni la perspectiva de un enriquecimiento de la noche a la mañana le calma su sed de venganza.

Cuando Cerdà pone encima de la mesa el despido de los dos trabajadores no lo hace en tono de recomendación, sino de exigencia. Aouate no puede disimular su asombro y le da largas, deseoso de formalizar la venta cuanto antes y perder de vista al pollencí.

Desde que el Mallorca cayó en manos del presidente por obra y gracia de la sindicación que firmó con Llorenç Serra Ferrer, ha exigido de todos los trabajadores de la institución lealtad a su persona, que siempre ha considerado más importante que la fidelidad al propio club.

La distancia entre Cerdà y los dos empleados a los que considera desafectos se lleva fraguando desde hace tiempo, pero la gota que colmó el vaso se produjo en el acto de presentación de la nueva equipación de los futbolistas, el pasado 19 de agosto. Un grupo de aficionados le dedicó pitos y abucheos y el presidente culpó de aquello a Colombàs, también presente en el acto. Cerdà consideró que el empleado, a menudo enlace entre enlace entre las peñas y el club, debería haber sofocado rápidamente aquella bronca.

El presidente también ha perdido la confianza en Rodríguez porque no le ha entregado el departamento de prensa. Desde su llegada a la presidencia, el pollencí se obsesionó por ´secuestrar´ los canales de comunicación del Mallorca para convertirlos en herramientas dedicadas únicamente al enaltecimiento de su gestión. Lo logró durante muchos meses, cuando contrató a una empresa externa -Zink- que se volcó en exaltar la figura de Cerdà, silenciar el trabajo del resto de consejeros y elaborar informes sobre periodistas críticos con el presidente.

Con la salida de Zink el pollencí perdió el control del área de prensa, algo que no perdona a Rodríguez. Primero le dejó solo negándose a renovar a dos trabajadoras del departamento, multiplicando su carga de trabajo, y ahora exige a Aouate su despido.

El presidente no puede hacerlo por iniciativa propia porque la decisión tiene que ser tomada en un Consejo de Administración. Y sabe que tiene la votación perdida porque una mayoría suficiente de consejeros rechazarían su propuesta. Por eso, desesperado y a pocas horas de desaparecer de escena, quiere que Aouate se comprometa a ser su brazo ejecutor.

No ha autorizado las nóminas

La plantilla de trabajadores del Mallorca contiene la respiración a la espera de que se vaya un déspota que ha gobernado el club con maneras autoritarias y que ha votado varias veces contra el pago de las nóminas. Su último castigo ha sido negarse a autorizar el pago de los salarios de agosto. Serra Ferrer lo hizo el viernes, pero sin la firma de Cerdà no tiene validez.