Llenar Son Moix a cualquier precio. Con esta máxima el Real Mallorca se afanó en el regalo masivo de invitaciones en los días previos a la visita del Deportivo de la Coruña, siguiendo con su política de casi puertas abiertas que ha seguido en las últimas jornadas para que el equipo se sienta más respaldado en su lucha por la permanencia. Pero esta vez al club la situación se le fue de las manos, con miles de personas accediendo al estadio con entradas no numeradas, socios hartos al ver que otros ocupaban las localidades que ellos pagaron en verano y sospechas de que se superó el aforo permitido en el estadio.

La confusión sobre este último aspecto la patrocinó el propio Mallorca. En los últimos años el club ha informado puntualmente a los periodistas del número de asistentes en cada partido a través de mensajes SMS. Excepto el domingo. La cifra de 23.239 espectadores se dio por megafonía en el descanso del partido, un hecho completamente inusual. Pero lo relevante del caso es que el aforo máximo permitido en Son Moix es de 23.142 personas, por lo que según las cifras aportadas por la entidad balear el domingo se superó el aforo en 97 personas.

Alguien debió darse cuenta del desfase y después del partido la web del club dio las gracias "a los más de 22.000 espectadores" que acudieron al estadio bermellón. Una evidente marcha atrás que trató de explicar una portavoz de la entidad a preguntas de este diario: "Teníamos dos cifras y no nos fiamos de ninguna de ellas. Después de debatirlo, nos quedamos con ese ´más de 22.000 espectadores´ como la correcta". En cualquier caso, esta misma portavoz señaló que, de haber entrado 23.239 personas, tampoco se hubiera superado el aforo. "Estaba desplegada la grada supletoria, que tiene unas 700 localidades, así que no hubo sobreaforo", subrayó.

Ha habido dos entradas superiores a la del domingo en la última década, en las temporadas 2010/11 y 2002/03 (ver cuadro). Y en ninguno de esos dos casos se desplegó la grada supletoria, por lo que parece claro que se superó el aforo.

Sea como fuere, los minutos previos al encuentro fueron un caos en la grada. Muchos socios denunciaron a este periódico y en las redes sociales que al llegar a Son Moix se encontraron con sus asientos ocupados por personas que habían accedido al recinto con invitaciones no numeradas y que, según defendían, les daban derecho a sentarse donde quisieran.

Trabajadores de la seguridad privada del club tuvieron que mediar en multitud de enfrentamientos entre espectadores que pugnaban por una localidad, trasladando a grupos de personas de una grada a otra y tratando de localizar asientos no ocupados por socios. Pero al final no quedó ninguno libre y cientos de espectadores vieron el partido sentados en las escaleras o de pie en los vomitorios, lo que está prohibido al contravenir las normas de seguridad en los recintos deportivos.

Ya hace muchas jornadas que el Mallorca reparte miles de invitaciones entre los socios y a través de empresas, supermercados, clubes de fútbol de la isla y cafeterías de la UIB para tratar de llenar de Son Moix y animar a un equipo que se lucha por la salvación.

Mientras, los socios que pagaron su carnet en verano muestran un creciente hartazgo al sentirse víctimas de un agravio comparativo.