Si se tratara de poner una nota a la trayectoria del Mallorca en 2012, se habría ganado un aprobado tirando a notable con todas las de la ley. Desde el primer partido disputado en el año que está a punto de acabar -el 8 de enero en el campo del Levante (0-0) - hasta el último, contra el Betis en el Villamarín el pasado día 22 (1-2), el equipo de Joaquín Caparrós ha sumado 49 puntos, lo que le sitúa en una más que digna undécima plaza, con los mismos puntos que el Rayo Vallecano y por encima de clubes con presupuestos mucho mayores, como el Athletic o el Sevilla. En esta clasificación virtual no figuran los tres equipos que perdieron la categoría, el Villarreal, Sporting y Racing de Santander.

El Mallorca ha dado carpetazo al año, por lo que a la Liga se refiere, con catorce victorias, siete empates y diecisiete derrotas. Pero si la estadística se divide se verá que no es proporcional. Si los 33 puntos conquistados entre enero y mayo permitieron al equipo de Caparrós conservar con holgura la categoría -finalizó octavo tras un sprint final digno de elogio-, desde finales de agosto, cuando comenzó la competición, hasta el pasado día 22, fecha del último partido oficial del año, el balance es bastante pobre, con solo cuatro victorias, otros tantos empates y la friolera de 9 derrotas en diecisiete jornadas.

Unos números que obligan al equipo mallorquinista a realizar una segunda vuelta casi de Liga Europa para conservar la categoría, objetivo primordial para que el proyecto tenga viabilidad.

A estas alturas de la temporada, el equipo contabiliza tres puntos menos que la pasada campaña, en que se finalizó la primera vuelta con 22 puntos. En la segunda se sumaron treinta más que permitieron al equipo finalizar en una más que meritoria octava plaza.

En la actual temporada, a falta de dos jornadas para el final de la primera vuelta, todavía se podrían igualar los números de la campaña pasada. Para ello se tendrá que ganar al Atlético de Madrid, el próximo 6 de enero en el Iberostar Estadio, y al Valladolid en Pucela, el día 12. Complicado porque los dos rivales se encuentran en un buen momento, pero no imposible.

Estos números son el reflejo de un equipo inconstante, acostumbrado en los últimos tiempos a alternar grandes momentos de juego y resultados con graves crisis deportivas.

Está por ver qué efecto tendrá la inesperada -y afortunada- victoria en el Villamarín en el regreso a la competición el próximo domingo. Buena parte de la ansiedad acumulada después de tantas derrotas ha desaparecido, pero falta un triunfo convincente para cerrar todas las heridas.