Lletra menuda

La sequía de la falta de previsión

Llorenç Riera

Llorenç Riera

De no ser por las hojas del calendario y las cifras que se fijan en ellas tendríamos serios problemas para situar el día y año de cada jornada.

La temperatura, el clima o la luz solar de cada estación son insuficientes para hacerlo porque llegan camuflados y confusos por la repetición de problemas de cada época y la urgencia de la improvisación para parchearlos.

Que los payeses miren al cielo en búsqueda de riego para sus cultivos resulta admisible, pero que lo hagan los gestores públicos fiando a la pasividad y a los camiones cisterna el suministro básico de agua a la población, se antoja mucho más discutible.

Está demostrado que los veranos se vuelven áridos en Mallorca en cuanto a la disponibilidad de recursos hídricos. Es así por la escasez de lluvia durante todo el año y por el incremento poblacional. La Serra de Tramuntana es la zona de la isla más afectada por la escasez de agua y sus municipios los primeros que se ven obligados a aplicar restricciones.

Las padeció Deià en veranos anteriores y ahora vuelven a afectar a Banyalbufar. Reseco y amargo trago porque las colectividades necesitan estar bien hidratadas, igual que las personas. No es extraño que la alcaldesa Leonor Bosch, de El Pi, hable de que son «momentos complicados».

Lo son y aún están agravados por el enorme retraso en la interconexión de las redes de suministro de agua potable en Mallorca. Banyalbufar es ahora la víctima pero no el único causante del problema.

Se deja al margen una obviedad, la mejor política de aguas es la que se hace en invierno y de forma continuada, cuando la demanda es baja y el líquido resulta suficiente.

Suscríbete para seguir leyendo