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Otra sensibilidad turística

Llorenç Riera

Llorenç Riera

La evolución de los coches de caballos hacia otro tipo de vehículo en forma de calesa de tracción eléctrica parece emprender su etapa definitiva en Alcúdia. El municipio permanece en posición destacada para ser el primero de Mallorca en alcanzar la meta del respeto animal desvinculado de la explotación turística. Es así porque el Ayuntamiento ha renovado el testigo de la iniciativa y los trabajadores del sector secundan el trasvase. De los diez conductores de calesas que llevan las riendas de esta oferta turística, ocho ya han encargado un carruaje eléctrico.

Son otros tiempos. Los actuales ya no dan para disfrutar de la brisa de la playa y el paisaje urbano al enganche de un animal que se asa de calor y acumula agotamientos. El sucedáneo de la calesa eléctrica se ha convertido en la única alternativa viable. Evitará malas conciencias, posibilitará la compatibilidad legal y mantendrá los puestos de trabajo. Incluso es posible que aumente clientela en una época en la que la necesaria sensibilidad de respeto hacia el mundo animal va en alza.

A las calesas sin caballos se las espera en Alcúdia para el próximo verano, una vez que el fabricante de Xàtiva haya concluido los procesos de homologación. De entrada, también dispondrán del gancho de lo nuevo y harán olvidar el sonido del paso de las herraduras sobre el asfalto que en nada atrae a los veraneantes que quieren compatibilizar sus vacaciones con la vida digna de todo ser viviente.

Alcúdia se pone a tono con la diversificación turística en una operación entendida también como un avance en su imagen corporativa y colectiva. Sus problemas, no solo turísticos, son más amplios y complejos, pero la primera imagen, la de la oferta inicial, es la que cuenta. Y la que se incentiva.

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