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Cañonazos de protagonismo

Bien está que el Consell saque del agua de Cala Rajada dos cañones que se presumen de entre los siglos XVII y XIX y los ponga a disposición del Museu de Mallorca para su estudio, catalogación y conservación. Hasta ahí todo normal. Es su trabajo, forma parte de sus competencias y responsabilidades. Lo llamativo está en los argumentos utilizados para explicar la faena y en ese empeño de los responsables políticos en convertir lo ordinario en extraordinario y en asumir ellos el máximo de protagonismo.

Cierto que no se sacan cada día dos armas pesadas históricas del mar, pero la recuperación y mantenimiento del patrimonio, sea cual sea su volumen y peso, sí que debe ser una constante que necesita de la pólvora del compromiso y el abastecimiento institucional. Queremos decir que los cañonazos del éxito de ayer no pueden anular o justificar la inexistencia de los disparos menores del trabajo de cada día.

Está claro que las dos armas pesadas de origen y valor todavía inconcreto debían extraerse de las aguas de Cala Rajada, pero hacerlo bajo pretexto de expolio o posibilidad de mayor camuflaje marítimo es una exageración de protagonismo de un presidente del Consell entregado a la presencia de aparecer en todas las fotos y ante todos los micrófonos. Una pieza de una tonelada y dos metros y medio no se hurta por las buenas. Mejor haber dejado la imagen y el trabajo sin distracción a los técnicos y especialistas. Es el mejor método para desproveer a los cañones de incrustaciones marinas a las que se ha añadido sin necesidad la parafernalia de las adherencias políticas.

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