Sebastià Bestard: «Lo que aprendes por ti mismo no se te olvida nunca»

Desde su jubilación hace más de veinte años, se dedica a la que ha sido su afición, la artesanía, construyendo figuras y elementos propios del campo mallorquín

VÍDEO | Figuras hechas a mano por Sebastià Bestard complementarán el belén parroquial de Petra

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Tiene ochenta y nueve años, «a punto de los noventa», puntualiza, y dedica buena parte de sus horas libres, «que son muchas», a elaborar de forma manual y con materiales naturales, personajes, edificios y construcciones relacionadas con el campo mallorquín y, de forma más concreta con el más cercano, el de su pueblo, Petra. Nos referimos a Sebastià Bestard, de quien podrán contemplarse, estas navidades, algunas de sus creaciones en la iglesia de Petra, pues desde hace unos años sus payeses acompañan las figuras del belén parroquial. 

«Mis padres querían que, como mis hermanos, tuviera estudios, pero a mí lo que me gustaba era trabajar en el campo, por tanto, fui a la escuela poco tiempo, primero a la del pueblo y a partir de los once años en Manacor», explica Sebastià, un hombre muy apreciado entre sus vecinos, que conocen su trayectoria como trabajador y como artista. De hecho, hace unos años el ayuntamiento de Petra colaboró en la edición de un libro en el que se narran algunos momentos importantes de su vida. Un volumen en el que el protagonista describe experiencias vividas desde la niñez, algunas realmente sorprendentes y otras dramáticas. Y lo hace como si de una aventura se tratara y de una manera coloquial, llana, natural, como la que tiene cuando dialoga con quien quiere escucharle: «El primer día de clase, a los cinco o seis años, una avioneta que sobrevolaba el pueblo quedó sin gasolina y por tanto sin control por parte del que la conducía y cayó sobre el aula en la que estábamos algunos alumnos con el maestro. Fue una enorme desgracia, pues mató a algunos de los que estaban allí en aquel momento. Yo salí ileso, aunque durante mucho tiempo el ruido o la imagen de un avión me hacía sentir tan mal que debía meterme en la cama. Fue un drama para mis amigos y para el pueblo». 

Visitando su taller, uno se da cuenta del enorme trabajo y de las horas invertidas en la realización de esas figuras, cosa no siempre apreciable cuando se contempla el trabajo ya finalizado. Así, por ejemplo, las tejas que cubren la réplica en miniatura de la casa de Fray Juníper están hechas con trozos de cañas delgadas, cortadas una a una por la mitad: «Cada una de las tejas me ha llevado unos diez minutos», puntualiza, «así que, solamente en el tejado he invertido horas y horas de trabajo». Aunque a él no parece importarle, pues se divierte con ello. 

También le ha llevado su tiempo la construcción de una cocina, «como las de antes», con sus utensilios, su escopeta, las longanizas e incluso un rosario, todo colgado de la pared, o una noria, con sus pequeños arcaduces que dan vueltas ya que le ha incorporado un motor, como el que también mueve las aspas de un molino de viento: «Antiguamente esos molinos disponían de unas aspas de madera cubiertas por unas telas gruesas, que hacían que girara la rueda para luego moler o sacar agua. Pero ahora ya nadie sabe ni para qué servían esas construcciones que vemos medio derruidas, ni tampoco cómo funcionaban». Y este es precisamente un valor añadido a esos objetos y construcciones que ha realizado Sebastià Bestard: dar a conocer a las generaciones actuales, la manera de trabajar el campo y cómo vivían nuestros abuelos. «Cuándo los jóvenes ven algunas de esas figuras que acompañan el Pesebre de la iglesia preguntan ‘¿y eso qué es?’ o ‘¿y eso para qué servía?’, por tanto, situar, junto a los tradicionales pastores, esos personajes y elementos que se usaban en Mallorca desde antiguo, también es interesante, pues ayuda a entender cómo se vivía aquí hace siglos».

Hemos hablado de cañas para realizar las tejas, pero los materiales con los que realiza su trabajo artesanal son muchos y variados: pasta de papel para los animales y las personas, y madera y hierro para los arados y demás utensilios: «Para dar forma a cuchillos, arados u otras piezas de hierro lo que he hecho ha sido calentar el metal en el fuego de leña y poco a poco, cuando estaba rojo, darle forma», un auténtico trabajo artesanal sin duda. Y todavía más: «Para ruedas de carro y para otros utensilios me he valido de un torno, con el que puedo dar forma cilíndrica a pequeños trozos de madera». También pueden verse pequeños sacos llenos de paja que representan los que llevaban algunos campesinos de Petra a Palma para vender a los payeses de la capital, para alimentar a sus bueyes. «Mi padre llenaba su carro con sacos llenos de paja y salía hacia Palma, en un viaje que duraba horas y horas. Un viaje largo y a veces complicado y dramático, pues si por el camino llovía y la paja se mojaba, los compradores no la querían, con lo que tenía que regalarla para poder volver de vacío al pueblo». Eran otros tiempos sin duda. 

También le preguntamos cómo ha realizado el cordaje de algunas sillas o banquetas en miniatura: «Todo lo he aprendido de forma autodidacta, mirando fotografías o dibujos, sin que nadie me enseñara cómo hacerlo. Aprender uno mismo tiene sus inconvenientes, pero lo recuerdas toda la vida. Lo que aprendes por ti mismo no se te olvida nunca».

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