Mallorca no solo está en venta, sino que se rifa en porciones bajando un escalón más en su consolidación en forma de compartimentos para extranjeros con abrumadora mayoría ajena a la cultura, la tradición, el idioma y el modo de entender la vida en la isla. Solo clima y paisaje. Decorado y confort.
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Un día después de que la catedral se arrodillara ante Sankta Lucia para que la extensa colonia sueca se sacudiera el complejo de San Nicolás de Estocolmo, aparece un sorteo reservado a residentes en Reino Unido con una millonaria propiedad en el Puig de Sa Creu de Selva como premio. Es un negocio privado amortiguado con solidaridad parcial en el que Mallorca pone el cebo y paga las consecuencias. Mañana habrá más casos semejantes, seguro.
Expresiones y comportamientos como estos constituyen una inequívoca muestra, no solo de las nuevas mentalidades en boga, sino que son el fiel reflejo de una isla que se desconoce a sí misma y se fragmenta en parcelas que se dan la espalda.