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Los paquetes no caben en la foto

El principal argumento esgrimido por el alcalde de Sóller para justificar la retirada de puntos de carga y descarga en el centro de la población pone en alerta sobre hasta qué extremo llega a desvirtuarse la gestión municipal, y de rebote la vida cotidiana, en pro de un supuesto beneficio turístico.

Dice Carlos Simarro que «no se puede tener un centro de distribución en el sitio más fotografiado de Sóller», en el que los repartidores despliegan una actividad «bestial».

La patronal del sector le responde que éstos son pretextos de actitud «ridícula y pueril» y empieza a planear una amenaza de paro laboral mientras también se mantienen las reivindicaciones de mejores condiciones para los repartidores.

Con el incremento de ventas a distancia y las distribuciones comerciales ordinarias, los camiones de paquetería se han hecho presentes a todas horas en cualquier lugar habitado. Son, para el destinatario, una comodidad y un incordio colectivo que se acentúa en lugares concurridos, mucho más si tienen trazado urbano peculiar y aún un tranvía de por medio, como Sóller.

Caben soluciones equilibradas y no solo expulsiones periféricas y maquillado de la foto como hace el alcalde solleric. Además, mirando siempre de forma preferente y casi exclusiva al turista se corre el serio peligro de avanzar sin remisión hacia la consolidación de poblaciones artificiales, parques temáticos que acrecientan el comercio y arrinconan a residentes de identificación plena y vida propia en el lugar. Por supuesto, es una degradación que no afecta solo a Sóller, pero que se manifiesta en municipios especialmente atractivos como el de la Vall.

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