Tras dos años de parón obligado por la pandemia, Sant Joan recuperó ayer una de las fiestas más sentidas del municipio, el Quart Diumenge, una celebración también conocida como la Festa del Pa i Peix. Así no faltaron las típicas coquetes y casques, unas pastas a base de harina y agua que son un símbolo donde está representada la multiplicación de los panes y peces porque en el cuarto domingo de cuaresma se leía este pasaje del evangelio. La fiesta conmemora este año el 401 aniversario y tiene sus orígenes en la iniciativa popular. En 1621 el mosèn Nofre Falconer murió y dejó escrito que quería que cada cuarto domingo de cuaresma se celebrara una misa en sufragio de su alma en el Santuari de Consolació. Así fue como surgió la fiesta.

El año pasado por la pandemia, Sant Joan no pudo conmemorar el 400 aniversario pero este año el municipio ha recuperado el esplendor de la fiesta. A las 10.30 horas de la mañana, se subió en romería hacia el santuario para media hora después celebrar la eucaristía, con la tradicional ofrenda floral a la Verge de Consolació. Después de la misa se repartieron las tradicionales coquetes a los asistentes.

Un momento de la ofrenda floral en Consolació. | R.F.

Acto seguido en la explanada del santuario se congregaron los asistentes a la fiesta para contemplar la muestra de la Escola de Ball de bot d’Aires de Pagesia, una demostración en la que no faltaron los apreciados dimonis encarnados esta vez por los alumnos y alumnas más pequeños. Por la tarde, las celebraciones concluyeron con una ballada popular a cargo de Aires de Pagesia y el concierto de la Coral de Sant Joan junto a la de Porreres.

Además durante la mañana dominical se pudo visitar la rehabilitación del edificio des Fossers, un refugio de corta estancia que ahora el Ayuntamiento cede al Govern para acoger refugiados.