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Calvià

La terapia del rugby en Calvià

Los responsables de la iniciativa destacan que el deporte del balón ovalado aporta valores de compañerismo, respeto y honestidad que pueden ser claves para jóvenes con dificultades

Jóvenes de El Toro Rugby Club, el pasado miércoles, durante un entreno.

La melée es una jugada esencial del rugby. Después de una falta, jugadores de ambos equipos se colocan cara a cara y chocan entre gruñidos y resoplidos para hacerse con una pelota ovalada. Es la máxima expresión del poder del colectivo. O empujan todos o pierdes la posesión del preciado balón.

Podría entenderse como una metáfora de la vida (hay momentos en que toca empujar y siempre es mejor contar con el apoyo de otros), aunque es seguro que en nada de eso pensaba la protagonista de la siguiente historia, que ocurrió en Calvià hace unos años.

La joven quería suicidarse.

En ese momento decisivo como ninguno, encima del puente, aún no sabía todavía que el poder del grupo y un balón ovalado serían claves para recuperarse de la depresión. Pero eso vendría tiempo después: los entrenos, las melées, el olor a césped, los corrillos con las compañeras... Antes, en el puente, unas conocidas consiguieron finalmente que desistiese de suicidarse. 

Se salvó. Pero, para que esa salvación se afianzase, necesitaba algo más: recuperar la autoestima; no sentirse excluida de la sociedad, ser consciente de que no estaba sola en esta vida.

Las categorías inferiores del club cuentan con 160 niños. | B.RAMON

Entonces, vino su participación en el programa ‘EducaToro’, que promueven el El Toro Rugby Club, el ayuntamiento de Calvià y los centros educativos del municipio. El objetivo, ayudar a integrar a alumnos con problemas de socialización, económicos o de comportamiento, mediante la práctica de este deporte. En su caso, aunque al principio se mostró reticente, sirvió. Durante una temporada, fue una jugadora más. Y cada entrenamiento acababa con el mismo ritual: el resto del equipo le hacía un pasillo aplaudiéndola. «Hizo un curso y se fue. Consideraba que ya se había recuperado. Y siguió adelante», explica el coordinador del proyecto ‘EducaToro’, Eduard Moyà, profesor del IES Calvià y aficionado y practicante de este deporte. A la pregunta de qué aporta el rugby para estos jóvenes desorientados, desanimados o carentes de una red social en la realidad y no en las pantallas, Moyà levanta el brazo y señala el cartel que preside el campo de El Toro Rugby Club, en Son Caliu. Negro sobre blanco (los colores del equipo calvianer), aparecen estos conceptos: Integridad, Disciplina, Pasión, Respeto y Solidaridad. El rugby, cuenta con pasión Moyà, ofrece esos valores y, además, aporta «músculo» en sentido literal, pero también metafórico. «Sí, músculo, porque ¿quién tiene más fuerza una persona sola o con otras ocho más en la melée? La fuerza te la da ese sentido de pertenencia a un grupo», argumenta el coordinador, mientras en el campo se desarrolla un entrenamiento de menores. Hacen juegos para dominar ese esquivo balón ovalado, se placan y hacen bromas. Entre ellos, hay algunos jóvenes que forman parte de este proyecto educativo. Pero sus compañeros no saben quiénes son, porque se guarda el anonimato. Todos son iguales. Esta temporada, hay nueve participantes de entre 11 y 18 años que proceden sobre todo de institutos del municipio. Gracias al convenio firmado por el presidente del club, Pablo Mateu, con el ayuntamiento de Calvià, no tienen que pagar las cuotas de inscripción ni sus licencias y además se les proporciona el equipamiento. En caso de que haya algún desplazamiento a la península, se les paga también el viaje. ‘EducaToro’ echó a andar en 2017. Moyà y un compañero suyo también profesor, Miquel Sureda, ambos jugadores de rugby, se plantearon qué podían hacer por esos alumnos a los que veían con problemas de socialización a la hora del patio. «¿Y si probasen de jugar a rugby?», se dijeron. La misma pregunta se la trasladaron al director deportivo de El Toro Rugby Club, Víctor Dengra.

Menores del club entrenando placajes y la estructura de la ‘melée’. | B.RAMON

-¿Habría algún problema en traerlos?- le preguntaron.

-No, adelante. El rugby son, sobre todo, valores y nosotros somos una familia- les respondió.

Desde aquel entonces, 26 alumnos calvianers han pasado por las instalaciones del club. Echando la vista atrás, Dengra considera que la experiencia ha sido «muy positiva». «Es un servicio a la sociedad: ayudar a integrar chavales que tenían problemas de socialización, que puedan encontrar un grupo donde sean aceptados. Es una oportunidad para crear nuevas amistades en un entorno sano», enfatiza.

El tipo de problemas que presentan los niños que han participado en ‘EducaToro’ es diverso. Con la llegada de la crisis sanitaria y la crisis económica subsiguiente, relata Eduard Moyà, han aumentado los casos de aquellos que no tienen para pagarse una actividad extraescolar. Sus padres se quedaron sin trabajo y no se lo pueden permitir. Después están aquellos con problemas para hacer amigos, demasiado introvertidos, o los que son conflictivos en clase. «El típico macho alfa, el ‘gallito’ de la clase», refiere.  

Para detectar estos casos, se pone en práctica una red de vigilancia formada por docentes de los centros escolares y el área municipal de Servicios Sociales. Esa red se encarga de observar si hay alumnos que sufren algún tipo de problema emocional, económico o de comportamiento. Se estudia su perfil y, si encaja con la filosofía del programa educativo, se contacta con el estudiante y su familia para invitarles a participar. Los padres suelen aceptar el ofrecimiento de buen grado, apuntan desde el club. 

El rugby tiene unos valores atractivos para todos, apunta Dengra, que se pregunta que, si no fuera así, un partido de rugby sería injugable. Igual que la vida, que, sin valores y códigos, sería una selva.  

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