Menudo sobresalto se llevó ayer la comitiva institucional del Govern y del Consell, siempre generosamente nutrida cuando de saraos se trata [nota mental: en Consolats y Palau Reials ayer era jornada festiva?]. En la Plaça del Bestiar, entre la exposición de cerdos, caballos, patos y demás fauna, se produjo un revuelo cuando la consellera de Agricultura, Pesca y Alimentación, Mae de la Concha, sufrió una indisposición. Enseguida, la presidenta Francina Armengol y el alcalde inquer, Virgilio Moreno, además de otros cargos institucionales, se interesaron por su estado. Quien se mostró muy pendiente de ella fue el presidente del Parlament, Vicenç Thomàs, de profesión médico. Cerca de la movida, se oyó a alguien comentando maliciosamente: «Pues yo no sé si me fiaría mucho de sus consejos, ¡hace tanto que no ejerce!». Pero que nadie se preocupe, porque, al final, De la Concha se recuperó. Esta sección no cuenta con los conocimientos oportunos para concluir si se recuperó por la mediación médica o por la acción del simple aire fresco. 

Un conejo y un pollito muy bien avenidos por las calles de Inca 

Mallorca no es tierra de excentricidades. El personal suele ser discreto. Quizá por aquello del qué dirán de mí si me salgo del guión. Pero poco le importaban los convencionalismos a un señor con sombrero de paja que ayer decidió darse un paseo entre los ríos humanos que dejó el Dijous Bo. La excentricidad, evidentemente, no era el sombrero de paja, que siempre da un toque rústico en este tipo de eventos y que, en ningún caso, desentona. El tema es que, cual señor de las bestias, se lanzó a firar con un conejo (un señor conejo, para ser más precisos) y un pollito. Muy bien avenidos, por cierto.

Un conejo y un pollito muy bien avenidos.

Un conejo y un pollito muy bien avenidos. R. Ferriol

Reflexiones pintorescas sobre el pan y el precio de las hipotecas 

Ah, el pan. A todo el mundo le gusta. Redondo, blanco, negro, con pasas, con nueces, integral, de centeno… El pan es un clásico entre los productos de las ferias, aunque, a decir verdad, a veces lo suben algo de precio. No será esta sección la que emita un juicio al respecto, a falta de realizar un informe estadístico al respecto. Sólo que quede constancia de esta conversación captada ayer. Una pareja de amigos se encontraba con una mujer que decía que se acababa de comprar un pan gallego. «¿Y te has pedido una hipoteca para comprarlo? Porque, ¡madre mía!», le comentaban entre risas. Desde aquí, en todo caso, pese a no ser expertos en la materia (más allá de hacerse un pa amb oli de vez en cuando), rompemos una lanza en favor del pan artesanal y en contra de sucedáneos industriales.

Un mercadillo con ropa interior que genera un efecto llamada 

En la parte de mercadillo del Dijous Bo se desplegaba ante los visitantes un amplio universo textil, entre el que siempre ocupa un hueco especial la ropa interior. Muy barata, todo hay que decirlo, lo que siempre se agradece en estos tiempos de dificultades. Resultó llamativa la estampa de un par de monjas mirando con detenimiento uno de esos puestos. Podría decirse que sintieron la llamada de las ofertas que se desplegaban ante sus ojos. 

Dos monjas, ayer, en la parte del mercadillo del ‘Dijous Bo’. J. Frau

La sensación venida de Porreres: un ‘bisbe’... ¡de 30 kilos! 

Siguiendo con el capítulo religioso del Dijous Bo, paseando por el centro el puesto de Ca’n Betlí de Porreres exhibía un bisbe de 30 kilos. Sí, 30 kilos de sobrasada. El precio del kilo, 17 euros, así que si uno quería comprar la pieza entera debía desembolsar más de 500 euros. El dueño del puesto bromeaba: «És un bisbe que no dirà pus misses». Mudo, vale, pero suculento, también.

«És un bisbe que no dirà pus misses» R. Ferriol

¿Adónde nos llevará la fiebre del selfie? Atención: Corbacho no es Gorbachov

El famoso humorista José Corbacho estrenó el renovado Teatre Principal d’Inca el pasado miércoles por la tarde-noche. Cosechó risas y aplausos por doquier. En las horas previas a su actuación, se dio un paseo por la localidad. Concitó tanta atención que estuvieron a punto de montarle un photocall improvisado en medio de la plaza del Ayuntamiento. Pese a ser un personaje tan famoso algunos se hicieron un lío al llamarlo. «¡Gorbachov, una foto!», le pidió un fan. En un plis plas, el photocall estaba montado. Al ver el barullo que se había montado en torno a Corbacho, una niña decidió sumarse al coro de peticiones de foto. «Yo no sé quién eres, pero, bueno, quiero una foto contigo», le pedía, en una demostración de que la fiebre por el selfie nubla el entendimiento humano. En fin.

El aparcamiento habilitado en la avenida Jaume I, un aguafiestas 

 Mucha gente se lanzó a la marcha del Dimecres Bo como quien se lanzó a hacer deporte desaforadamente después del confinamiento. Daba igual que uno no hubiese bebido nunca, tocaba beber y disfrutar tras tantos meses de toque de queda. Lo que pasa es que en esta ocasión el toque de queda lo impuso el horario del aparcamiento habilitado en la avenida Jaume I. Cerraba a las 21 horas, por lo que algunos se quedaron con las ganas de profundizar en la diversión de la noche. 

Los ‘cellers’ de Inca, una máquina perfectamente engrasada 

Si hay algo en el Dijous Bo que funciona como un engranaje de precisión suiza son los cellers. En 25 minutos, el comensal reserva, se sienta, le sirven, come, toma café y paga. A eso se le llama eficiencia.