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MEMORIA HISTÓRICA

«Las excavaciones de Porreres son una imagen que delata la verdad de lo que ocurrió»

La arqueóloga Lourdes Herrasti reconoce que, a pesar de las «incógnitas» iniciales, las «esperanzas» se han cubierto «en gran parte»

Lourdes Herrasti: "Las excavaciones de Porreres son una imagen que delata la verdad de lo que ocurrió"

Lourdes Herrasti: "Las excavaciones de Porreres son una imagen que delata la verdad de lo que ocurrió" B. Ramon

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Lourdes Herrasti: "Las excavaciones de Porreres son una imagen que delata la verdad de lo que ocurrió" Rosa Ferriol

Porreres es uno de los grandes ejemplos de lo que fue la represión durante la Guerra Civil. Las imágenes captadas durante las excavaciones en el cementerio de Porreres no hacen otra cosa más que ratificarlo. «Mucha gente conocía lo que había ocurrido y ahora se confirma visualmente. Es una imagen que delata lo que ocurrió». Son palabras de la directora de la excavación que ejecuta el equipo técnico de Aranzadi, Lourdes Herrasti. Y es que el trabajo de los arqueólogos es clave para reescribir la historia: «Somos uno de los medios para poder reconocer y conocer lo que ocurrió durante el 36 y el 37 no solo para recuperar los restos sino también para conocer en qué circunstancias murieron estas personas. Lógicamente estamos hablando de acciones violentas. Nuestra herramienta consiste en recuperar y documentar todo lo que podemos ver. La arqueología no es solamente excavar, también es documentar todos los restos que se estén hallando sean restos esqueléticos, objetos o cualquier elemento que sirva para dar datos e información», desgrana Herrasti en plena segunda intervención en el cementerio de Porreres.

Restos de víctimas en las fosas. B. Ramon

Pero el trabajo de los arqueólogos no solo se centra en reescribir la historia, también en arrojar luz sobre la verdad de lo que sucedió. En este caso, la verdad es que víctimas de la represión del entorno de la Guerra Civil «fueron asesinadas en el mismo momento mediante un disparo y enterradas en fosas que ya tenían preparadas, por lo tanto, había premeditación en la acción violenta».

Herrasti reconoce que hace dos semanas emprendieron esta nueva fase de excavación y exhumación en la fosa número 5 del cementerio de Porreres con la posibilidad de localizar nuevas fosas. Estos trabajos , que empezaron hace quince días, se iniciaban con «incógnitas pero con esperanzas». «En gran parte, las esperanzas se han cubierto porque desconocíamos si los cimientos de los nichos que estaban en la parte superior habían podido afectar a las fosas. Así ha sido en dos de ellas pero, por suerte, debajo de la gran placa de hormigón de medio metro de espesor hemos descubierto una fosa prácticamente íntegra», detalla. Y es que, precisamente, el hallazgo de una cimentación «fuera de lo habitual» sobre la fosa número 5 de 55 centímetros, sorprendió a los arqueólogos. De hecho, las máquinas excavadoras tuvieron que retirarla en una tarea que fue mas compleja de lo que se esperaban. La experta justifica la presencia de esta gran placa de hormigón basándose en que el suelo ya era inestable y, al estar previamente excavado, era inestable. Por ello, optaron por hacer una base firme para luego construir la capilla y el panteón.

La directora de las excavaciones, Lourdes Herrasti. B. Ramon

Lourdes Herrasti no duda en afirmar que todas las excavaciones regalan alguna sorpresa. En este caso, además de la placa de hormigón, otro de los descubrimientos que sorprendió al equipo técnico ha sido encontrar un fosa cubierta de cal. «Hasta ahora habíamos visto cal pero no cómo en esta ocasión. No hay duda de que todas las fosas tienen alguna particularidad». ¿Su explicación a la presencia de cal? «Se trata de un material que ayuda a contener la descomposición de los cuerpos para que no se propague fuera».

El equipo técnico de Aranzadi, en pleno proceso de excavación. 6 Uno de los restos, clave para conocer qué sucedió. B. Ramon

La directora de las excavaciones calcula que los trabajos habrán terminado a mediados de esta semana. De hecho, este fin de semana empiezan las tareas de laboratorio. De momento, se han recuperado una veintena de víctimas de la represión del entorno de la Guerra Civil. Todos son varones de edad adulta, entre joven y madura. Pero las excavaciones demuestran que cualquier resto es clave para reescribir la historia y hacer justicia. En este caso, el hallazgo de un pastillero de pastillas para la tos y la ropa de abrigo ha permitido concluir que seguramente las víctimas procedían de la prisión de Bellver o Can Mir entre enero y febrero de 1937.

Uno de los restos, clave para conocer qué sucedió.

Otro de los restos encontrados que permite hacerse una idea del horror que fue testigo el cementerio de Porreres son los casquillos encontrados en la fosa 10, unos restos que sugieren que los disparos se produjeron en la misma fosa. Hasta ahora solo se hablaba de proyectiles. Su hallazgo permite deducir que «dispararon sobre la fosa. Posiblemente los cuerpos estaban en la misma fosa y volvieron a disparar. El término exacto es rematar pero es un poco duro», admite Herrasti.

El equipo técnico de Aranzadi, en pleno proceso de excavación. 6 Uno de los restos, clave para conocer qué sucedió. B. Ramon

Abrir para cerrar heridas

Las excavaciones en las fosas es una manera de cerrar heridas y evitar que la memoria de los asesinados no se pierda. Confiesa que el trabajo de los arqueólogos es muy técnico y «lógicamente mantenemos una distancia emocional con lo que estamos haciendo», pero la realidad es que cuando se entregan los restos identifi- cados es muy difícil. « Cuando ves que un hijo o una hija recupera los restos de su padre, al que apenas pudo conocer es muy emotivo. Emociona. Es imposible quedar ajeno a todo esto. Los actos de entrega son una explosión catártica para todos, para ellos y para nosotros», sentencia.

Esta semana se ha permitido la visita de familiares. «Muchas familias están impresionadas. La visión es un golpe duro. Dan credibilidad a todo lo contado y, al mismo, tiempo piensan que uno de ellos puede ser un familiar suyo. Es muy duro», relata Herrasti, que remarca la importancia de las visitas de estudiantes porque «lo que se cuenta en los libros de texto, a veces no llega a transmitirse verdaderamente. Las imágenes que dejan estas excavaciones permiten hacerse una idea del horror del que fue testigo Porreres.

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