La segunda de las ferias tradicionales de Inca, previas al Dijous Bo, quedó ayer totalmente deslucida a causa del mal tiempo. Los actos previstos al aire libre se suspendieron a las ocho de la mañana al observarse que la lluvia era persistente.

El ayuntamiento de Inca se resistió a anular la feria por completo a pesar de la tromba de agua que había caído la víspera. No obstante, fueron los propios feriantes quienes dejaron de acudir. Unos pocos puestos, contados, se establecieron en la calle Comerç y Bisbe Llompart. La feria del pan, que se montó a cubierto, en el claustro de Sant Domingo fue una de las pocas exposiciones que se mantuvieron. Una docena de puestos de panadería, reforzados por algunos vendedores de embutidos se instalaron para ofrecer su mercancía en el lugar.

Hacia las 11.30 el tiempo dio una tregua y algunos feriantes se animaron a montar sus puestos en el centro de la ciudad. Cabe decir que los inquers secundaron y salieron a pasear. Por la tarde, el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, inauguró la reforma del comedor social.