"Ir desnudo por la calle. Sanción: 400 euros". La advertencia de la banderola no parece representar una gran amenaza para muchos turistas de Punta Ballena que se pasean por delante de ellas con su torso descubierto, sin leerlas siquiera.

Con una estética casi de anuncio de discoteca, la cartelería urbana para luchar contra el hooliganismo turístico quizás resulta insuficiente para "promover los buenos hábitos de comportamiento". Un pequeño recorrido por el lugar, un domingo por la tarde, basta para comprobar la poca efectividad de esta campaña justo un mes después de que se haya puesto en marcha.

"Ensuciar, 200 euros". En primera línea de la playa, donde pasean familias con niños pequeños, un joven decide orinar junto a una palmera; lo hace sin ningún tapujo y sin dejar de hablar por teléfono, como si fuera lo más natural del mundo. Las botellas y envases desparramados a lo largo del mismo paseo también se ríen de la sanción por no mantener limpia la zona.

Una tipografía impactante y colores muy vivos distinguen estos carteles que fueron destinados a captar la atención del público joven, entre la sobreabundancia de rótulos publicitarios que hay en estas calles tan concurridas de noche, como explicó el Ayuntamiento.

"Chillar, pelear o molestar. Sanción: 400 euros". A las siete de la tarde, se respira la paz que precede la tormenta. El alcohol ya comienza a mostrar sus primeros efectos en las caras de las pandillas que atraviesan Punta Ballena con botellas y vasos en mano. Gritos y escándalo desde el balcón de un hotel encienden la alarma sobre la manera de divertirse de algunos turistas. Nadie sabe cómo puede terminar algo que parece una inocente juerga.

Lo cierto es que en lo más oscuro de la noche, no dejan de repetirse los casos de violencia callejera, como el enfrentamiento de dos jóvenes el pasado viernes, que terminaron con graves cortes con botellas rotas y cuchilladas. Los vecinos y comerciantes de la zona viven indignados, pero apuntan sobre todo al desmadre de los turistas británicos. "Estas cosas solo les pasa a ellos, porque vienen borrachos y drogados. A los de otros países no les ocurre", aseguran.