Lletra menuda
Honor y distinción fuera de sitio y época
Llorenç Riera
Nos lo han predicado una y otra vez y lo comprobamos de forma constante pero nunca acabamos de creérnoslo: No hi ha temps que no torn. Vuelve Lletra menuda, lo cual no tiene mayor trascendencia y regresan a la actualidad próxima, con gravedad mayúscula, nada menos que el Generalísimo Franco en Sineu y Joan MarchJoanMarch en su Santa Margalida natal. ¡Vaya sobresalto! El dictador molesta desde el momento en que un hallazgo casual lo ha desempolvado como hijo predilecto de la primera vila de la isla y la memoria del financiero, siempre controvertida, se tambalea en casa propia, desde el marco de hijo predilecto, sobre todo ahora, cuando la desclasificación de documentos de la CIA destapa su papel en relación a los bienes de judíos en Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial.
Sineu retiró anoche el título de hijo predilecto a Franco y en Santa Margalida la controversia está servida, seguro, porque, a la vista de la composición de la corporación municipal, no existe margen suficiente para actuar con la misma celeridad y claridad que en el vecino Sineu.
Pero todo junto es suficiente para llevarnos a la conclusión de que la concesión de honores y distinciones permanece arcaica en muchos municipios de Mallorca. Es fruto de la inercia del momento de la concesión, el oportunismo, la imposición política, el peloteo del mandatario local de turno o el agradecimiento interesado. Estos cánones han predominado en demasía en la concesión de prebendas honoríficas de supuesta ejemplaridad.
Abundan menos los hijos ilustres, adoptivos o predilectos avalados por la excelencia en la trayectoria personal de servicio y repercusión pública y la capacidad de hacer avanzar y enriquecer -no precisamente en lo monetario- a los pueblos y villas en los que han vivido o nacido.
El honor es cosa seria. No puede resultar gratuito ni convertirse en moneda de cambio. Por supuesto, tampoco otorgarse en caliente o por imposición. Conviene tenerlo en cuenta, no solo para borrar el lastre de tantos francos que perduran por aquí y por allá, sino también para evitar que los ayuntamientos actuales manejen o modifiquen con ligereza sus reglamentos de distinciones.
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