­Los temores sobre la climatología que se dispararon a principios de semana quedaron ayer sepultados por un día espléndido, incluso caluroso, que supuso el mejor reclamo para que miles de personas de toda la isla visitaran el Dijous Bo, la feria otoñal por antonomasia de la geografía isleña. Una feria que, sin dejar de lado los nuevos tiempos que corren, vuelve a cuidar sus raíces potenciando los mercados payeses y artesanales, con una elevada presencia de animales y una gran variedad de productos gastronómicos de temporada. Ayer, además, la repostería tuvo su propio espacio con la primera Fira de l´Ensaïmada, con reparto gratuito del producto estrella.

La ciudad se repuso rápidamente de la resaca de la ´revetlla´, muy multitudinaria, y despertó con la mejor de sus caras para ofrecer a los visitantes un mundo entero de sensaciones, aromas y colores. Más de 500 expositores repartidos a lo largo de todo el eje céntrico de la ciudad, unos ocho kilómetros lineales, ofertaban un extenso abanico de productos que a buen seguro satisficieron a los visitantes. Y eso que, según el Ayuntamiento, más de un centenar de comerciantes se quedaron sin poder montar sus estands por falta de espacio físico.

Aunque la importancia del Dijous Bo reside en la gente, en los vendedores y los visitantes, las autoridades políticas también tienen su espacio reservado y cumplen un protocolo muy definido. Sobre las 10,30 horas, el exterior del Ayuntamiento se fue llenando de representantes políticos, entre los que destacó la presidenta del Govern, Francina Armengol, acompañada por los consellers Iago Negueruela y Vicenç Vidal. Por parte del Consell acudió el vicepresidente Jesús Jurado. Todos ellos hacían piña junto al alcalde Virgilio Moreno y la totalidad de los miembros de la corporación, que al son de las ´xeremies´ iniciaron su ruta en dirección a la plaça Mallorca, sede habitual de la muestra de comercio y de los medios de comunicación, entre ellos DIARIO de MALLORCA, para seguir después hasta la Plaça del Bestiar, epicentro de la feria payesa por la gran cantidad de muestras de animales, con el ´porc negre´ como la ´bestia estrella´, y las espectaculares demostraciones ecuestres. Allí realizaron un minuto de silencio en memoria de Celia Navarro, última víctima de la violencia machista.

Antes, tanto Moreno como Armengol habían invitado a la sociedad mallorquina a visitar Inca porque "seguro que encuentran alguna cosita de su agrado". Según el alcalde, "entre 200.000 y 300.000 personas" habrán visitado la ciudad a lo largo del día, unos 20.000 de ellos en ferrocarril, el medio de transporte más aconsejado para acceder al centro debido a los problemas para aparcar, si bien en los últimos años la habilitación de nuevos espacios en el extrarradio ha paliado las dificultades.

El mercado tradicional payés, concentrado en un amplio espacio urbano, fue complementado con demostraciones de trabajos del campo casi desaparecidos que resurgen del pasado en días como el de ayer.

Los visitantes también pudieron recrearse con los últimos modelos de vehículos en la Avinguda Reis Catòlics y con la variada maquinaria agrícola en la Gran Via Colom. Una feria para el recuerdo.