El firó bord, que era así como denominaban los murers a su feria de otoño, se ha convertido en tan solo diez años en una feria con mucho carácter y encanto gracias al orgullo carabasser y al concurso de calabazas gigantes.

Sobre las doce se hacía muy difícil pasear por el centro neurálgico de la feria. La explanada de la iglesia y el ayuntamiento se llenaba de curiosos para ver y fotografiar de cerca las calabazas que se presentaban al concurso. “Unos 7.000 visitantes y cerca de 100 estantes de feriantes y artesanos”, según fuentes oficiales.

Miquel Cloquell, subcampeón de España de calabazas gigantes, volvió a ser el campeón absoluto en la categoría de calabaza no autóctona, con dos ejemplares de 529 y 520 kilos, alzándose con el primer y segundo premio. Con ésta, ya son seis las ediciones en las que el payés murer se hace con el premio aunque esta ocasión fue especial ya que batió récords superando la media tonelada. Durante el pesaje en directo, presentado por el polifacético Llorenç Cloquell, ya se presagiaban los buenos resultados debido a la buena añada de la calabazas no solo en Muro sino a nivel mundial.

Los gigantes ejemplares provocaron más de un suspiro entre el público y algún quebradero de cabeza a los mozos de la brigada por las dificultad que suponía pesar las enormes calabazas.

En cuanto a la categoría autóctona, Margalida Porquer, fue la ganadora del primer premio con un ejemplar de 62 kilos.

Este año, como novedad, el público también pudo contemplar, durante el trascurso del concurso, como Rubén Darío Salazar y Gabi Grau elaboraban esculturas con calabazas, recreando todo tipo de animales y personajes de cine infantil. Así como alguna parada de obsequios de decoración.