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Terraza en el Baluard sí, pero así no

El futuro ‘beach club’ de la terraza de Es Baluard «parece más una claudicación ante los turistas».

El futuro ‘beach club’ de la terraza de Es Baluard «parece más una claudicación ante los turistas». / ARCA

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

Jaime Martínez tiene una oportunidad de oro para demostrar que no quiere que la ciudad continúe comiéndose nuevos marrones provocados por los excesos del negocio turístico.

Quien dice Jaime Martínez, dice Marga Prohens o Llorenç Galmés. Las tres instituciones, Govern balear, Consell Insular de Mallorca y Ayuntamiento de Palma, forman parte del Patronato del Museu Es Baluard, que es el culpable de haber diseñado un pliego de condiciones para la concesión de un restaurante que diera servicio al museo, que más parece una claudicación ante los turistas potentados y quienes se llenan los bolsillos con ellos. ¿Y la ciudad gana algo? Pues no, solo perdemos.

A favor de Martínez, Prohens y Galmés está que esa concesión se gestó antes de que llegasen ellos al poder. Efectivamente, el Ayuntamiento anterior y el resto de instituciones fueron los que, haciendo oídos sordos al voto en contra de ARCA y a sus advertencias, permitieron que se pudiera cerrar con muros prefabricados de hormigón gran parte de la terraza mirador pública del Baluard de Sant Pere y llenarlo de más muretes, jardineras, sofás y lámina de agua. Un lugar que tiene protección patrimonial máxima y cuya colonización por un beach club suena más a sumisión y a expolio que a servicio a un museo.

Ah, y todo con el beneplácito de los técnicos y funcionarios del departamento correspondiente.

Pero se da el caso de que nuestro sistema democrático solo nos permite votar y renovar a los miembros de gobierno, no a los funcionarios. Por tanto, son los primeros los que tienen el compromiso de remover todos los obstáculos que se pongan, incluidos los informes técnicos, para defender el interés general.

Cuando el técnico responsable de la movilidad en Palma informó que había que meter 30.000 coches diarios por Jacint Verdaguer, Aina Calvo no le hizo caso y puso un tapón para evitarlo. Hace nada, otros técnicos de ese mismo departamento no fueron escuchados sobre cómo crear la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) que obliga la Unión Europea. En ambos casos se tomaron decisiones políticas. Lo digo porque a veces los informes técnicos no van a misa.

¿Puede Jaime Martínez evitar una terraza invasiva y despersonalizante en Es Baluard? Sí. ¿Cómo? Pues reuniéndose con quien se deba reunir y cambiando el modelo de terraza. Es decir, tomando decisiones políticas acertadas.

Nadie se niega, creo, a que haya una terraza con servicio de bar y en la que se pueda comer algo en el Museu de Es Baluard. Yo, desde luego, no me opongo. Pero hay que poner los límites necesarios a la ocupación del espacio público igual que se ponen a todas las terrazas que se instalan en Palma, y aun con mayor celo porque estamos en un lugar patrimonial de primera categoría.

Y porque ya está bien de sumisión y de poner la alfombra roja a los abusos de negocios que se aprovechan de lo que hemos invertido en proteger y en rehabilitar. Quienes deben gozar de su contemplación y su uso somos los ciudadanos de aquí, mezclados con quienes nos visitan, pero sin exclusividades ni excesos.

Cuando los concesionarios del restaurante bar de Es Baluard empezaron sus obras y agujerearon la muralla para instalar sus conducciones, se saltaron cláusulas del contrato que podría haber llevado a rescindirlo. Pero ningún técnico lo vio y seguimos con el problema, casi drama, avanzando día tras día, informe tras informe, hacia una prueba más de humillación y desprecio a la ciudadanía y al patrimonio: dejar colonizar el Baluard de Sant Pere.

Contra los abusos del turismo queremos hechos, no solo intenciones. El alcalde de Palma anunció una batería de propuestas y el Govern balear ha puesto en marcha un diagnóstico para saber dónde meter mano terapéutica. Pero si mientras tanto les cuelan el gol por la escuadra del beach club de Es Baluard, su credibilidad quedará más que menguada.

En sus manos está evitarlo.

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