Pensar, compartir...

Poner orden en s’Escorxador

«El abuso de la ocupación del espacio libre público es una constante».

«El abuso de la ocupación del espacio libre público es una constante». / Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

Cuando un edificio o, en el caso que nos ocupa, un conjunto de edificios, se merece ser conservado, el municipio en el que está ubicado tiene la posibilidad de hacerlo incluyéndolo en su catálogo de bienes protegidos. Según la importancia del bien a preservar, se le asigna una categoría, un baremo, en el que la más alta protección está representada por la letra A. Ese dato, junto al nombre del inmueble y su ubicación, es lo primero que sale en la ficha de catálogo, que es como su carnet de identidad, o su cartilla sanitaria o historial, porque en esa ficha se especifican aquellas características que lo hacen singular y a qué intervenciones puede o no someterse.

La ficha de catálogo de s’Escorxador, lo blinda con una protección A2 y en las primeras líneas lo califica como un espacio único en el conjunto urbano de Palma. Eso lo sabemos porque lo vivimos, como lugar público, desde su estupenda rehabilitación hace más de seis lustros. Cerca de 120 años de vida tiene este portento modernista premiado internacionalmente y creado por «s’Arquitecte», Gaspar Bennazar Moner. Escribí sobre él hace unos meses, cuando ya hacía bastante que había caducado la concesión de su gestión y ésta estaba de nuevo en manos municipales. No se esforzó en absoluto Mercasa, quien durante 30 años rentabilizó el espacio, en respetar suficientemente el lugar. Quizás no tenían ni idea de lo que era una ficha de catálogo, o se hacían los distraídos, porque allí se especifica en las directrices de intervención referidas a composición volumétrica —ya les advertí que es como un historial médico— que no se permiten añadidos que alteren la tipología del edificio. Y en las referidas a su calidad de conjunto advierten: hay que conservar las fachadas, la distribución del conjunto de edificios, además de mantener los espacios libres y descubiertos.

El abuso de la ocupación del espacio libre público de s’Escorxador es una constante. Mercasa lo permitió y favoreció. Hace años que Cort podía haberlo limitado y no lo hizo argumentando, cómodamente, que era cosa de la concesión. Ha llegado el momento de poner orden.

Un bar o un restaurante no tiene ningún derecho a urbanizar la zona para terraza que se le concede en espacio público. Ni en s’Escorxador, ni en es Baluard ni en ningún lugar. Las casetas de plástico y metal adosadas a la magnífica arquitectura modernista de s’Escorxador son un menosprecio al conjunto. Y no son ni uno ni dos los casos que nos encontramos allí, son casi todos los negocios quienes han compartimentado con construcciones de plástico y lonas hasta configurar un espacio cerrado y cubierto en la zona libre pública de s’Escorxador. Si los locales están abiertos, las mesas, sillas y parasoles se extienden mucho más allá. Si están cerrados, las sillas y demás trastos apilados, confieren una imagen descuidada y de abuso y desprecio.

Siempre digo que hay que favorecer que los negocios permitan ganarse la vida a sus propietarios. Pero abusar y maltratar el entorno, ocupando con mal gusto el espacio que tenemos derecho a disfrutar, consumamos o no, no se puede permitir. Y esos límites los debe poner Cort y de manera inmediata, no sea que lo cutre devenga en derecho adquirido.

Resulta incongruente que la normativa de terrazas, que es holgadamente permisiva, en cualquier calle o plaza de la ciudad obligue a recoger todo al cerrar el establecimiento, y prohíba cerramientos con plásticos y paravientos, y que sin embargo en un lugar de tanto valor patrimonial como s’Escorxador se haya tolerado esa imagen desordenada y fea.

Podríamos añadir más observaciones sobre la descuidada imagen del lugar: las turbinas de aire acondicionado que proliferan en sus muros, la ocupación y cerramiento de pasillos públicos para agrandar el espacio de almacenaje... estands comerciales vacíos y quizás innecesarios...

Cort tiene una oportunidad o una patata caliente, según se mire. Ya ha dado un primer paso limpiando las pintadas vandálicas que desmerecían aún más el lugar. Ahora debería, a mi juicio, gestionar directamente con cada uno de los arrendatarios, la renovación o no y la mejora obligada de la imagen de cada rincón, retirando todos los añadidos y garantizando el libre paseo por el espacio público.

Hay que sacarle jugo a s’Escorxador, respetándolo. La belleza es intrínseca a él. Y hay que estar vigilantes y corregir las malas prácticas.

La vergüenza de centenares de personas, hace un par de semanas, seguidores del Betis, gritando, bebiendo y muchas lanzando desechos de todo tipo, también orines a litros sobre sus paredes, es un escándalo que debería tener responsables y no puede repetirse.

Suscríbete para seguir leyendo