La ‘Fum-Bici’ o cómo medir la contaminación mientras pedaleas por Palma

Estudiantes de diferentes institutos probarán los prototipos de sensores medioambientales para conocer la calidad del aire

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

Una caja blanca sobre una bicicleta esconde todos los componentes y programación que permiten conocer la calidad del aire mientras pedaleas por Palma. Es un prototipo, se llama Fum-Bici.

«Es capaz de medir las partículas en suspensión, las partículas contaminantes PM 10 y PM 2,5», explica uno de los creadores del aparato y miembro de Sensograma, Christoph Hafner. «Es muy interesante porque en este momento no existe ningún medidor que esté al mismo nivel al que circula el peatón por las calles. Los que existen en la ciudad y van haciendo mediciones están como mínimo a cuatro metros del suelo», calcula. 

Los datos registrados podrán consultarse en la página web de Sensograma, el mismo colectivo (Hafner y Carlos Orts) que ha instalado sensores de ruido en diferentes barrios de Ciutat para medir el impacto del ocio. 

El proyecto, impulsado por la asociación de vecinos de Canamunt-Ciutat Antiga y que cuenta con la ayuda de la anterior conselleria de Medio Ambiente del Govern, tendrá una extensión educativa. Se implementará en una serie de institutos de educación secundaria. La idea es que pueda medirse la calidad del aire durante el recorrido diario en bicicleta de varios estudiantes. «Estamos mirando que estas pruebas puedan desarrollarse en centros que están en las Avenidas y cerca de la Vía de Cintura, es decir, los que están más afectados por el tráfico rodado», cuenta. 

Problema ambiental

El objetivo es concienciar a los alumnos sobre el principal problema ambiental de Palma, provocado por la movilidad y el abuso del coche. «Pero es un proyecto transversal, ya que los estudiantes también trabajarán cuestiones relacionadas con la tecnología y la programación. Impartiremos talleres para la construcción de los sensores y su montaje en las bicicletas», subraya Hafner. 

El prototipo está en su fase inicial. «Valoraremos todas estas mediciones e iremos optimizando el sensor para que quizá más adelante proponer que se coloquen en las bicicletas del servicio Bicipalma», señala. 

Los sensores medioambientales se instalaron hace dos años en Canamunt y ahora, en una vuelta de tuerca, funcionan a golpe de pedal.