Patronato Obrero: formación y trabajo en Mallorca para escapar de la exclusión

La fundación Patronato Obrero forma y da trabajo a centenares de personas en riesgo de exclusión social cada año

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Bernardo Arzayus

Pere Morell

Hace siete años Younes vivía en su natal Fez, la capital más vieja de Marruecos. Trabajaba en la peluquería familiar junto a sus dos hermanos, una labor que le entusiasmaba y a la que había dedicado toda su vida. Hasta que un día volvió a cruzarse por su mente una idea que siempre le había perseguido: «No existe un futuro en Marruecos». En ese momento, tomó la crucial decisión que lo cambiaría todo: abandonar su hogar y emprender el arriesgado camino en patera hacia Mallorca.

Al llegar a la isla estuvo «seis años trabajando en negro, malviviendo para poder sobrevivir». Hoy, el marroquí se encuentra realizando las prácticas de camarero de piso en un lujoso hotel cerca del Paseo Marítimo, con muchas posibilidades de ser contratado.

Younes es una de las más de 300 personas que cada año se aprovechan del programa de reinserción laboral para personas en riesgo de exclusión social de la fundación Patronato Obrero. El marroquí es uno de los 15 afortunados que pudieron entrar en el curso de HOPA (camarero de pisos), que tiene una tasa de reinserción laboral del 100%.

«Les damos orientación laboral, les ponemos a tutores y profesores, les ofrecemos una formación y les abrimos las puertas de las empresas», explica Juan Muñoz, responsable de comunicación de Patronato Obrero. «Luego, el SOIB pone el presupuesto y el certificado para que estas prácticas cuenten», afirma.

Younes, alumno del curso de HOPA.

Younes, alumno del curso de HOPA. / B. Arzayus

Teoría y práctica

Juan Muñoz asegura que hacen «certificados de profesionalidad de profesiones que tienen una alta tasa de empleo». Estética, peluquería, camarero de pisos... Son algunos de los cursos que ofrece la centenaria fundación sin ánimo de lucro.

«Los únicos requisitos que pedimos es tener la documentación en regla y haber cumplido los 16 años», explica Muñoz. Así, casi cualquier persona en riesgo puede entrar en el programa. «Las empresas preguntan por personal cualificado, así que no solo les damos la teoría, también prácticas para que se puedan quedar en las empresas o para que como mínimo tengan un buen bagaje», sentencia.

Gisela, alumna del curso de HOPA.

Gisela, alumna del curso de HOPA. / B. Arzayus

Gisela hace las prácticas en el mismo hotel que Younes. Vino de El Salvador con su familia hace cinco años, con los 18 recién cumplidos, «buscando una vida mejor». Ya en la isla, consiguió sacarse el título de auxiliar de enfermería, pero por motivos personales tuvo que «encontrar trabajo rápidamente». Así que este marzo entró en el Patronato Obrero en el curso de HOPA, ya que «esta es una isla muy turística y solo a ojo ya veo que tendré trabajo». Aunque la salvadoreña se siente «muy contenta con el Patronato y con el trabajo», piensa en su otra profesión: «Tuve que encontrar algo que tuviera salidas, pero todavía quiero ser auxiliar de enfermería y espero que en un futuro pueda llegar a serlo».

Mercedes, la gobernanta del hotel donde trabajan Younes y Gisela, destaca que son gente que «trabaja muy bien, entregada y comprometida». «Si un día hacen algo mal, al día siguiente lo harán a la perfección». Muy seria comenta que «no tienen nada que ver con los españoles, no sé si es por necesidad, pero trabajan muy bien. El único ‘pero’ es el idioma, que no lo controlan del todo». Mercedes explica que el convenio es muy beneficioso para ellos: «Tenemos a ocho personas contratadas del Patronato, pero hemos llegado a tener doce». Desea que «sigan viniendo».

La población en riesgo de pobreza o exclusión social en Balears en 2022 se situó en el 21,5%, —unos 263.000 ciudadanos—. Para quienes vienen de países de fuera de la Unión Europea el porcentaje alcanza el 60,4%. «A veces vienen bioquímicos sudamericanos que acuden a nosotros para encontrar trabajo mientras les homologan el título», afirma Antonia Roselló, una de las orientadoras laborales de la fundación. El embrollo en la burocracia es de tal magnitud que el proceso de homologación puede llegar a durar hasta tres años, convirtiéndose en un calvario para los titulados. Roselló nos explica la paradoja: «He llegado a hacer de orientadora a personas con el título de orientador laboral que contaban con mucha más experiencia que yo».

Abierto a todos

Nuria nació en Mallorca hace 20 años y entró en el programa de reinserción social después de que se lo recomendaran unos amigos
Nuria, alumna del curso de peluquería.

Nuria, alumna del curso de peluquería. / B. Arzayus

Juan Muñoz explica que «de las 264 personas que estuvieron en prácticas el año pasado, 124 fueron contratadas en menos de un mes». La fundación, con el apoyo económico del SOIB, ofrece una ayuda a la que «la administración no puede llegar». Este septiembre empiezan nuevos cursos: electricidad, peluquería y estética: «Hay unas 40 plazas, animamos a la gente a que se apunte para que vea que un futuro mejor es posible».

Younes trabaja de prácticas de 8 a 16 y al acabar se va a ejercer de peluquero hasta bien entrada la noche. Los fines de semana no descansa, necesita practicar. Sin embargo, su rostro indica que está contento y agradecido con el hotel y con el Patronato Obrero, que le salvaron de una situación muy delicada. Se despide contento, con una sonrisa que dibuja un futuro que es posible, distinto y mejor.

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