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Perros heridos en el nuevo bosque urbano de Palma: «Me he gastado más de 200 euros en veterinarios por las espigas del Canódromo»

Vecinos del nuevo bosque urbano de Palma denuncian varios casos de perros heridos con las púas y semillas que hay por todo el suelo: «Se te clavan incluso si llevas chanclas»

«En Palma apenas hay espacios para que los perros jueguen sueltos», dice Laura, que en el Canódromo tiene que pasear a Susi con correa. Manu Mielniezuk

Hace menos de tres semanas que está abierto, pero los paseos por el Canódromo de Palma ya han mandado a más de un perro al veterinario. El suelo del parque está cubierto por un manto de espigas que se adhiere al pelo de los animales y en varias ocasiones, según ha podido confirmar este diario, se han clavado en la piel de los canes, causándoles heridas y lesiones que podrían llegar a ser de gravedad.

Es el caso del joven Krilin, el perro mestizo que adoptó hace poco Marina, vecina de Es Fortí de 23 años. Hace unos días, mientras daban un paseo por el Canódromo, el animal se tiró en el suelo y empezó a revolcarse. El gesto salió caro: hubo que ir corriendo a la clínica veterinaria para extraer varias espigas de la piel de Krilin.

Los profesionales tuvieron que sedar al perro y quitar minuciosamente con unas pinzas las púas que se le habían incrustado en el hocico y en la ingle: «En total, me gasté más de 200 euros con la tontería de las espigas», relata Marina sin perder de vista a Krilin, ya recuperado. «Esto le ha pasado a más de un dueño. Sería tan fácil como limpiar el parque», lamenta la propietaria del can.

Unos metros más allá pasea Laura, de 32 años, con la perrita Susi. Su compañera de cuatro patas la acompaña a todos lados, aunque en el Canódromo tiene que ser con correa: «En Palma apenas tenemos espacios para que los perros jueguen sueltos», lamenta la vecina, que cree que este bosque urbano sería «ideal» para que Susi corriera a sus anchas si no estuviera prohibido: «Al mío, por ejemplo, no le gusta el ‘pipican’ porque hay demasiados perros y se pone nervioso. Echo en falta espacios más tranquilos, como este».

Además, la propietaria de Susi asegura que la zona «no está realmente adaptada para pasear en verano, y menos para los animales»: los árboles no son lo suficientemente grandes como para dar sombra y de las fuentes solo sale agua fría, asegura.

«Los dueños de perros somos ciudadanos de segunda. Nos ponen muchos problemas, desde entrar a un bar hasta ir a la playa, pero yo no me rindo», reivindica la palmesana, que también rompe una lanza a favor de «homenajear en el parque a todos los perros que sufrieron explotación animal aquí».

El recinto del Canódromo, ahora reconvertido en bosque urbano, se dedicó a las carreras de galgos durante casi 90 años. | MANU MIELNIEZUK

Cabe recordar que el recinto del Canódromo, ahora reconvertido en un bosque urbano, fue durante cerca de 90 años dedicado a las carreras de galgos, hasta que el ayuntamiento de Palma expropió los terrenos. Fue el penúltimo canódromo de España en cesar su actividad.

Por otro lado, aunque no ha sufrido incidentes con las espigas, Laura está segura de que son un peligro: «Lo he visto con más de un perro, se clavan en las patas y en el cuerpo, además del riesgo de incendio que supone», señala.

«Los vecinos llevamos tres años esperando a que abran este parque y teníamos muchas expectativas», explica la dueña de Susi: «Sin embargo, vine el primer día ilusionada y me decepcioné un poco al verlo. Lo de las espigas es el colmo, se te clavan incluso si llevas chanclas».

Fuentes del área de Infraestructuras de Cort consultadas por este diario han aclarado que parte del problema de las espinas se debe a la semilla de la especie conocida como planta rastrera (Tribulus terrestris), un tipo de hierba presente en toda la isla de Mallorca.

Según estas mismas fuentes, los servicios de limpieza desbrozan y limpian el parque de forma regular, pero al ser una semilla resulta «imposible» erradicarla del todo.

«Me he gastado más de 200 euros en veterinarios por las espigas del Canódromo»

Un problema «muy común»

De hecho, Lluís Riera, el director veterinario de la clínica Canis, un centro de referencia en Palma, asegura que el problema de las espigas es «muy común», en especial en los meses estivales: «En verano todos los días atendemos pacientes con este tipo de urgencias, es de las primeras patologías que descartamos cuando vienen con determinados síntomas», explica el responsable.

Riera señala que las púas pueden introducirse por los orificios de los perros, como las orejas, la nariz o los conductos nasolagrimales y provocar hasta la muerte del animal, puesto que lejos de salir por sí solas tienden a clavarse cada vez más en la piel. Incluso pueden llegar a perforar algún órgano interno si la herida es profunda.

Por eso, desde Canis recomiendan realizar una inspección de la mascota después de cada paseo, especialmente en las salidas al campo y en verano, y sobre todo si el animal presenta síntomas anómalos, como tos, picor, o heridas sangrantes. En este caso,conviene que reciba atención veterinaria para descartar que haya objetos punzantes en el interior del cuerpo: «Puede llegar a ser un problema muy grave», insiste el director del hospital.

Igualmente, dado que es más probable que las espigas y púas se queden enganchadas en los perros con pelo largo, lo más aconsejable, continúa Riera, es raparlos con la llegada del verano, de manera que se disminuye el calor extremo y de paso se reduce la probabilidad de que ocurran incidentes similares.

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