En plena polémica vecinal en Santa Catalina, el ayuntamiento de Palma concedió ayer una licencia de ampliación de uno de los restaurantes de la calle Fàbrica. La decisión se tomó en el Consell de Gerència d’Urbanisme. Los vecinos del barrio, hartos del ruido y del incivismo, se pronunciaron ante esta decisión en sus redes sociales.

«Estamos expectantes para saber cómo justifican que en la calle Fàbrica a día de hoy aún concedan más licencias de ampliación de locales de restauración. Hila, Neus Truyol, no tenéis vergüenza. Vuestro discurso está vacío, es una farsa», señalaron.

La entidad conservacionista Arca también se posicionó en contra de dicha ampliación durante la propia gerencia de Urbanismo. «Que Cort se vea obligado a conceder una licencia de ampliación de uno de los restaurantes de la calle Fàbrica demuestra que la normativa que lo regula es y ha sido muy mala. Y que los remedios que a posteriori del desastre se han intentado implantar, son también insuficientes», indicó la entidad.

La asociación recordó que, antes de que se creara el eje cívico de Fàbrica, pidieron que se elaborara un plan de usos porque el riesgo era evidente. «Se veía venir la sustitución de los comercios que había y la proliferación de zonas de ocio. Pero no nos hicieron ni caso».

«Cuando se publicó la norma de no más de tres bares en un radio de 50 metros, nosotros pedimos que no se pudieran ampliar los existentes. Tampoco nos escucharon», señalaron.

Una de las alegaciones que Arca ha presentado al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Palma es que la restricción de los tres bares en un radio de 50 metros «es absolutamente insuficiente y permisiva y que la restricción ha de ser mayor».

«La culpa de que Santa Catalina y es Jonquet sean un núcleo de incivismo y malestar es de la nefasta gestión municipal. El remedio es la restricción a toda costa. Hoy debería dejarse sobre la mesa esta licencia que hoy se ha aprobado», apuntaron desde la entidad.

Una «mala coincidencia»

Por su parte, la regidora de Modelo de Ciudad, Neus Truyol, aseguró que es una «mala coincidencia» que se haya tenido que conceder la licencia en plena polémica con los vecinos de la zona.

La responsable aclaró que pese a ser una medida «lamentable», se ha tenido que llevar a cabo porque la solicitud de los propietarios del negocio se registró a principios de 2017, por lo que ha habido que aplicar la normativa vigente en aquel momento, pese a que el PGOU contemple restricciones que impedirían la reforma en la actualidad.

Truyol explicó que la aprobación de la licencia se produjo ayer tras un largo debate entre los técnicos jurídicos y los del Ayuntamiento, en el que se buscaba la fórmula para impedir la ampliación. Sin embargo, después de cinco años se ha tenido que resolver cumpliendo la normativa vigente en 2017.

«La voluntad individual es una, pero las licencias están regladas y tenemos que cumplir las normas, aunque a veces no sean de nuestro agrado», aseveró la regidora, dando a entender que Cort se ha visto obligado a autorizar la reforma pese a la polémica vecinal.

El restaurante en cuestión, propiedad del Grupo Palma Ocio, es el Diecisiete Grados y se ubica en el número 12 de la calle Fàbrica. La solicitud de ampliación le fue denegada en su momento, pero la empresa recurrió la resolución. Finalmente, Cort ha tenido que aceptar el recurso y autorizar la licencia, puesto que la normativa en 2017 limitaba los nuevos establecimientos en el barrio pero no las reformas de ampliación.