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Los vecinos de Son Espanyolet denuncian ruido y nuevas casas de alquiler turístico ilegal: "No queremos convertirnos en Santa Catalina"

Se reunirán con el Consell porque sienten impotencia en su lucha contra la turistización del barrio: "Hay alquileres que ni se anuncian en las plataformas y cuando van los inspectores no les abren la puerta"

Una de las casas señaladas por los vecinos. MANU MIELNIEZUK

Durante dos años de pandemia, con restricciones en viajes y vuelos, los vecinos de Son Espanyolet han respirado y dormido tranquilos porque el alquiler vacacional ha funcionado al ralentí. No ha habido ni fiestas, ni gritos, ni chapuzones en las piscinas a altas horas de la madrugada. Pero la paz ha empezado a resquebrajarse entre Semana Santa y este mes. «En las casas más grandes de alquiler vacacional, que están en la calle Mas y son las de Alzina Living, es donde se ha hecho ruido y han molestado. Una tiene 16 plazas y la otra 11», explica la vicepresidenta de la Plataforma de Veïns de Son Espanyolet, Antònia Vidal, quien confiesa que los vecinos se están preparando para un verano que se presenta «fuerte y duro».

En estos momentos, una de las luchas que tienen entre manos los residentes es la del alquiler turístico ilegal, que según su testimonio ha aflorado en su barrio y contra el cual «es muy difícil luchar». «Hay una casa de 12 plazas en la calle Porto a la que cada semana o incluso sólo por días llegan personas diferentes y de distintas nacionalidades. En invierno han hecho fiestas de cumpleaños. Venían amigos o familias un domingo y dejaban la casa el mismo día. Y de momento se ha alquilado a menos personas que han ido con cuidado de no hacer ruido», relata Vidal. «Este inmueble es de Alzina Living y en la web de esta empresa aparece como alquiler a largo y corto plazo sin propósito vacacional», apunta la vicepresidenta de la entidad. En la página se especifica que su uso es también para viajes de empresa o con fines laborales. Para los vecinos es un alquiler turístico «encubierto». Uno de los problemas a los que se enfrentan los residentes es que esta casa y otras del barrio, «hay una más en calle Heredero y otra en la misma calle Porto», es que no están anunciadas en las plataformas o portales más habituales de alquiler turístico, «por lo que es muy complicado documentar una denuncia», señala Vidal. «Nosotros lo sabemos porque vemos entrar y salir a gente diferente cada vez, pero eso no es suficiente», reconoce.

En la calle Porto ha proliferado el alquiler turísico que no tiene licencia. MANU MIELNIEZUK

Precisamente a una de las casas de Porto , detalla la vecina, «acudieron el policía de barrio junto al inspector turístico, pero no les abrieron la puerta. Y si no te abren la puerta y tampoco estás en una plataforma de alquiler turístico, ¿cómo se ha de actuar, cómo documentas la denuncia? Nos sentimos impotentes», expone. «Inspección también fue al otro inmueble de Porto. Allí sí le abrieron pero le contestaron lo típico, que eran amigos de los dueños, qué raro que cada semana haya amigos diferentes», explica esta vecina, que también ha contactado con abogados para asesorarse.  

"No queremos convertirnos en Santa Catalina"

La plataforma ha pedido una reunión con el Consell de Mallorca, que ahora ostenta las competencias en Inspección Turística, «para que conozcan estos casos y puedan estudiar cómo actuar jurídicamente, porque cada vez se está sofisticando más el alquiler turístico con el fin de saltarse la normativa», advierte. «Pensamos que estas casas se ofertan con agencias más pequeñas en su país de origen y lo gestionan todo desde allí», indica Vidal, quien también informa de que a finales de mayo mantendrán una reunión con la Policía Local para insistir en el tema de los ruidos. «Muchos de estos extranjeros regresan de Santa Catalina a su casa de alquiler turístico en Son Espanyolet a altas horas de la madrugada armando escándalo», denuncia. «Luego llegan a la vivienda y a veces siguen la fiesta, se bañan en la piscina, están en las terrazas. Despiertan a la gente», apunta. «No queremos convertirnos en Santa Catalina. Somos conscientes de que es un modelo que se expande», apostilla. «Este barrio siempre ha sido apacible, familiar, pero están comprando las casas los extranjeros y la dinámica del barrio está cambiando. El inmueble más barato cuesta ahora un millón de euros». El mayor inversor en Son Espanyolet es el noruego Erik Oren, que ya cuenta con diez propiedades en el barrio. «Invierten y para que les salga rentable hacen estos alquileres vacacionales. Hemos llegado tarde a algunas cosas, pero no es menos cierto que hemos ganado algunas batallas», sostiene. «Por eso necesitamos la ayuda de las instituciones», considera.

Calle de Son Espanyolet con chalets nuevos. MANU MIELNIEZUK

Vidal reconoce que ahora mismo la situación no es como la que se encontraron hace cuatro años. «Hemos apaciguado un poco el alquiler turístico. Y el nuevo Plan General lo limita en las viviendas unifamiliares entre medianeras. Sólo se autoriza esta actividad cuando se trata de la vivienda habitual por un máximo de 60 días al año. Y en Son Espanyolet ya no se darían más licencias porque ya se ha llegado a la ratio establecida», puntualiza.

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