Ayer sábado se cumplió el décimo aniversario de una de las tragedias urbanísticas más graves que se recuerdan en Palma. Un edificio de tres alturas de la calle Rodríguez Arias, en el barrio de Camp d'en Serralta, se desplomó de repente, provocando la muerte de siete personas, así como heridas graves a otras dos.

Sobre las doce de la noche del día 27 de octubre, de repente, un edificio de tres plantas se vino abajo. No era un edificio nuevo, pero tampoco había dado muestras evidentes de su mal estado. No existía en el Ayuntamiento de Palma ninguna denuncia que pudiera prevenir la tragedia y eso que pocas semanas antes del suceso un técnico municipal realizó una inspección del edificio y tranquilizó a los vecinos.

Las siete víctimas mortales eran personas que vivían en régimen de alquiler en este edificio de tres plantas, construido a mitad del siglo pasado. Era una estructura levantada con piezas de marés. Durante muchos años en la parte baja del edificio estuvo abierta una lechería, pero ya hacía tiempo que había cerrado.

La vivienda del primer piso la ocupaban cinco familiares, todos ellos de origen colombiano. Tres de ellos murieron en el acto aplastados por los cascotes. Se trataba de María Inírida Correa de Valencia, su hijo Pablo Andrés y su yerno Óscar Alfonso Ortiz Zapata. Por fortuna, el resto de ocupantes del piso no estaban presentes cuando el inmueble se desplomó.

En la segunda planta vivía un matrimonio mallorquín, con sus dos hijas. Una de ellas no estaba esa noche en casa y no le pasó nada. En cambio, el padre y la hija menor, de 16 años, fallecieron al quedar sepultados entre las ruinas. La mujer, si bien también resultó herida, logró sobrevivir.

La tercera planta la ocupaba un matrimonio alemán, que decidió alquilar esta casa cuando el hombre se jubiló. Los dos extranjeros, de unos 60 años, también murieron. Sus cuerpos fueron de los primeros en ser rescatados de debajo de los cascotes.

Los bomberos de Palma tuvieron que trabajar durante toda la noche para rescatar a los cadáveres. Se tuvo que retirar piedra a piedra, ante la posibilidad de encontrar algún superviviente. Solo se logró rescatar a la mujer del segundo piso. El otro herido fue un hombre que vivía en una casa que colindaba con el edificio desplomado.

El edificio de la calle Rodríguez Arias se había construido en el año 1959. Así constaba en la documentación municipal. Se utilizó el material que venía empleando en aquella época, piedras de marés.

Aunque inicialmente se valoró la posibilidad de que el derrumbe del edificio estaba relacionado con una explosión de gas, pronto se descartó esta teoría. El origen del desplome estaba en la construcción, pero sobre todo en unas obras de reforma, que posiblemente consistieron en la eliminación de algunos muros que sostenían la estructura, que no fueron comunicadas al Ayuntamiento.

La causa penal se archivó

Los pisos eran propiedad de unos aparejadores, que tuvieron que responder por lo ocurrido. Aunque el juzgado inicio una causa penal para establecer la responsabilidad del accidente, finalmente el caso se archivó. Se derivó a los juzgados civiles, para que concretaran las indemnizaciones que debían cobrar los familiares de las víctimas.

La tragedia provocó escenas que los vecinos de esta barriada de Palma tardarán muchos años en olvidar. De hecho, los vecinos mostraron su lado más solidario y muchos de ellos pasaron la noche acompañando a los familiares de las personas que yacían muertas bajo las piedras, a la espera de que los bomberos localizaran sus cadáveres.

Un caso dramático fue el de una mujer que esa noche perdió a su madre, a su hermano y a su marido. Había discutido con su pareja y esa noche decidió marcharse.Esa decisión la salvaría, posiblemente, de morir también enterrada en el derrumbe.

Aunque los pisos superiores no habían dado muestras de desgaste, algunos vecinos denunciaron que en la planta baja sí que se habían localizado algunas grietas. Sin embargo, nadie podía adivinar que la estructura del edificio estuviera en tan mal estado.

Tras la tragedia el Ayuntamiento de Palma aumentó las inspecciones de los edificios antiguos. Los propietarios de inmuebles antiguso tuvieron que presentar un informe, firmado por un aparejador, que garantice que la estructura está en buen estado.

Homenaje

Miembros de la asociación vecinal Som Serralta se concentraron ayer en el lugar del derrumbe para recordar a las víctimas y supervivientes del desastre. Los vecinos recordaron el derrumbe como "una herida en la barriada que ha dejado una cicatriz en nuestros corazones".

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