Si algo quedó claro ayer es que quien tuvo retuvo y Medina Azahara consiguió una plaza, la de la Reina, llena y de un público muy heterogéneo. Su rock flamenco provocó ovaciones, aunque se hicieron esperar. Muy cerca de ese escenario, Cirko, versionando grandes éxitos, también llenó la plaza Joan Carles I.

Los primeros grupos que actuaron en esas dos plazas cumplieron con su cometido y caldearon aun más la noche ya de por sí agradable. En un extremo del Born, en la plaza de la Reina, Aurora, "cinco payos que hacen flamenco", según se definieron ellos mismos, demostraron su arte. El grupo desplegó un repertorio en el que interpretaron poemas como el Anda Jaleo de García Lorca, mientras José Manuel Álvarez levantaba aplausos con su baile.

Aurora no defraudó, aunque era evidente que la plaza se iba llenando a medida que llegaba la hora en que Medina Azahara debía subir al escenario. Sin embargo, las pruebas de sonido se alargaron durante unos 20 minutos, para desesperación de muchos de los allí congregados. Y llegaron los silbidos, para apremiar la cosa. Con veinte minutos de retraso comenzó el sonido inconfundible de la veterana formación, estandartes del rock andaluz. Manuel Martínez, voz del grupo, lucía una cabellera rubia oxigenada que le distinguía desde lejos. Tras un primer tema, el saludo: "Encantado de estar aquí.¿Cómo estáis?". A lo que el público reaccionó con aplausos. Acto seguido, el grupo tocó Palabras de libertad.

Parejas mayores que quizás en los finales de los 70 y los 80 ya seguían al grupo, nuevas generaciones, payos y gitanos conformaron un auditorio muy diverso. Taifa y la Rumba Nostra completaban el cartel de esta plaza.

Este año la mayoría de grupos han sido de las Islas, como los mallorquines Jorra i Gomorra, que tocaron temas de su primer disco, Música seria. Al grupo le tocó ser el primero en la plaza Joan Carles I, que a esa hora estaba muy vacía. Aun así, Jorra i Gomorra demostraron su buen hacer sobre el escenario.

Tras ellos, llegó el turno de Cirko, también de Mallorca, que hicieron bailar al respetable, ya muy numeroso sobre las diez de la noche. Disfrazados, parapetados tras máscaras y maquillaje, versionaron canciones con el único objetivo de animar. Uptown Funk, de Bruno Mars, o Crazy in love, de Beyoncé, fueron fácilmente seguidas por el público.

Txarango y La Gran orquesta Republicana, que tocaban después, eran otros dos platos fuertes de este escenario.

Una de las plazas que se estrenó el pasado año en la revetla fue la de la Porta de Santa Catalina, para posibilitar que Sant Sebastià se celebre en diferentes barriadas. El jazz intimista tuvo que competir, y no siempre lo logró, con el ruido de la gente congregada alrededor de las 'torradoras' y el humo de la carne a la brasa, que envolvía el lugar. No hubo un 'lleno' como en las dos anteriores, pero el ambiente fue muy agradable.

Eva Fernández, considerada una promesa del jazz catalán, demostró ya sus tablas, no solo con su voz, sino como saxofonista. Tras ella, Highlands Project, Romeo y Sessokho Afro Jazz, deleitando al público.

Para romper el hielo en Cort, la plaza de la música electrónica, se eligió a otro veterano: Pedro Trotz, uno de los pioneros de este estilo musical ya en los 80 y 90. Pero ni siquiera con John Grvy, considerado una de las mayores revelaciones electrónicas del pasado año, la plaza registró lleno. Tras Grvy, se esperaba a Paula Serra y Uner.