Cort fue Babel antes de que el fuego del dragón prendiera la ciudad antigua, en la plaza Major, por fortuna lejos ya aquellas hogueras que quemaron a los judíos conversos en una de las páginas más terroríficas de Palma que anoche volvió a festejar a su santo patrón, un Sant Sebastià con pasaporte internacional. Lo dicho, Cort fue Babel. Los Karl se colocaban firmes junto a los gegants mientras los xeremiers xeremiersse arrancaban con las tonadas de la fiesta del santo patrón, ayer estimulado por la novedad de los glosadors glosadorsde Mallorca, sin duda un acierto, en unas fiestas de ciudad que de año en año suman más foráneos que locales, con permiso de Orgull Llonguet y Confraria de Sant Sebastià.

En el pequeño escenario, los glosadores de Selva, Sóller, SelvaSóllerLlubí y el único llonguet, el de Son Ferriol, que con sus envites y piques fueron encendiendo la plaza a la espera de la llegada del Drac de na Coca.

Los más tempraneros, turistas y familias con los alevines de la casa, además de algunos de los políticos que como cada año ocupaban sus puestos en la plaza de Santa Eulàlia, plaza d'en Coll, la calle Miracle con Sindicat i Palau Reial. Fueron los primeros en hacer arder los foguerons. Los políticos echan toda la carne en fiestas, y con un horizonte electoral, no dudan en hacer alguna serpentina con tal de tomar posición en la toma fotográfica. En el encendido del fogueró, en el sus de la fiesta.

La corporación entre dientes

Había ganas de fiesta. Por un año, la meteo confirmó a las monjas de Santa Clara que habían pronosticado buen tiempo para la Revetla. Los foguerons arrancaban las primeras torres de humo de una ciudad que volvió a hacer diana con Sant Sebastià.

Entre Cort y la Major, Marilyn Monroe observaba el paso de la gente en la calle Colom, en un ir y venir sin agobios, a la espera de que saliera el alcalde, Antoni Noguera, a ejercer de anfitrión del santo asaeteado. Surgió tras los redobles a todo trapo de la batukada Saravà. Lo hizo con el pañuelo amarillo del Orgull Llonguet atado al cuello, acompañado por su equipo y también la oposición.

Si alguien esperaba que el fuego republicano diera lumbre a la madera, se equivocó porque hace años que la responsabilidad del encendido recae en la figura mitológica del drac de na Coca. "Hace fiesta. Es folclore", comentó un policía local.

Mientras, los gobernantes y opositores posaban cual equipo de fútbol y se les veía enmarcados por la cola dentada de un dragón que encendió los ánimos con una chispa festera y saltarina.

Como las pullas que se habían lanzado los glosadors de Mallorca: "No me digas pardalango que soy mejor que Xarango", le arremetía el de Selva al llubiner. Con permiso de la sollerica.

"Qué gusto ver la calle Colom con los xeremiers", se escuchaba. Lo aplaudía el propietario de la mercería ca Doña Àngela, Miquel Aguiló, no solo afecto a la historia sino también a la xeremia. "He salido porque me gusta y estoy aprendiendo; pero es muy difícil", aseguraba.

En las plazas vecinas, los pequeños foguerons eran el escenario del baile del fuego. Sin estrenar, las veganas dispuestas en la plaza Major. Los verduras se lo tomaron con calma de slow food. Quizá.

No como los gigantes que faldas al aire, en plan sufí, ella, o los cabezones, fueron los encargados de romper el fuego en una ciudad pálida y rosácea que se preparaba para vivir la Revetla de Sant Sebastià, que de año en año, se vuelve más Babel. Quizá por eso, hay quien quiere declarar la fiesta Bien de Interés Turístico. Con pitada de los locales que recuerdan que Sant Sebastià es patrimonio de la ciudad. Solo que la ciudad es Babel. Vendida a un precio muy caro. Eso sí.