Llevamos cuatro meses y medio de año pero los sijs acaban de estrenar el suyo. Al igual que el resto de religiones el tránsito se celebró con rezos, comidas y danzas. Y 48 horas leyendo el Gurú Granth Sahib, el libro sagrado que recoge la sabiduría de los santos y de los cultos de esta religión, el sijismo algo más de 500 años atrás y fundada por el Guru Nanaki. Su base geográfica está en el norte de la India, en el Punjab pero están repartidos por todo el mundo, principalmente por países del Reino Unido, Canadá y Estados Unidos. En Mallorca hay una pequeña comunidad de algo más de mil personas. Su templo está en la calle Albacete, en el Camp Redó de Palma; ayer fue una fiesta abierta a todos.

"Somos una comunidad religiosa muy respetuosa. Lamentablemente quien no sabe de nosotros nos confunden con musulmanes intolerantes y no es así", señala Simarjeet Singh, un joven sij de 24 años que habla un perfecto castellano. Al igual que sus compañeros se cubre el largo cabello -los sijs no se lo cortan- con un turbante que puede ser negro, azul aunque en su mayoría se elige el color naranja. Otros cuatro elementos simbolizan su credo: la barba larga, la kara o pulsera de hierro, el cuchillo o daga llamado kirpan, el peine o kanga y el calzoncillo o kacha. Las mujeres también deben taparse el cabello pero no usan velo como las musulmanas.

"Llevo 11 años en Mallorca y estoy contento porque hay respeto por mi religión, no me impiden usar el turbante que para nosotros es sagrado", agradece Simarjeet. De la misma manera, recuerda que el dejarse crecer la barba significa mantener "esa fuente de energía, y no la cortamos para que no se pierda".

"No creemos en las castas"

Del templo, el Gurudwara Guru Nanak Darbar, surge el eco de voces que leen pasajes del libro sagrado de los sijs. Tiene 1.430 páginas. Cualquiera puede levantarse, dirigirse al altar y ponerse a leer, aunque son los pastores los que llevan la voz cantante. Empezaron el viernes. En 48 horas, ayer al filo de las 14.00 horas acabaron. Está escrito en su lengua, el gurmukhi.

Los críos, sobre todo niños, entran y salen del templo. Para acceder a él hay que seguir el ritual: descalzarse y quitarse los calcetines, lavarse las manos y taparse el cabello. Las mujeres se sientan a la izquierda y los hombres a la derecha. Todos están en el suelo. Ellas custodian los alimentos que después compartirán entre los integrantes de la comunidad y todo aquel que quiera acercarse.

Según explican algunos sijs adultos, "no creemos en las castas, no hay discriminación entre hombres y mujeres, respetamos la naturaleza", y entre sus preceptos, no fumar, no beber alcohol. Suelen ser vegetarianos.

Se acerca la hora. La calle Albacete, cortada al tráfico para el fin, se prepara para albergar una demostración de danzas rituales llevadas a cabo por los pequeños y adolescentes sijs. Sobre un lienzo blanco se han dispuesto palos de madera, dagas, espadas con las que los bailarines harán, en algunos casos, malabarismos. Algunos son vitoreados por un grupo de mujeres de todas las edades.

East End

Se acercan vecinos del Camp Redó. Les sacan fotos. Se hacen selfies. También algunos sijs, sobre todo mujeres, inmortalizan a sus retoños, que empiezan el año dando saltos en el aire.

Balram Vaswani, conocido como Balu, quiere que todos los que se acercan al templo comparten su comida, un tanto especiada y picante y muy sabrosa. "Es mi deber y no me sentiría bien si os vais sin comer", dice a los periodistas.

Palma se pareció ayer al East End de Londres. Los sijs han encontrado asilo en la isla desde hace años. Aseguran que la crisis económica "no ha mermado de manera alarmante el número de residentes en la isla". Se sienten "a gusto" aquí. Son pacíficos. No se registran actos violentos entre ellos.

El sijismo es una religión monoteísta. Sus seguidores han sido perseguidos por los fundamentalistas islámicos. Es la novena religión del mundo por número de practicantes. Cuentan con una población de más de 22 millones, la mayoría instalados en el norte de India, el Punjab. Mallorca cuenta con un lunar del sijismo. Un porcentaje de ellos, unos 300, se reunieron ayer en el popular barrio de Camp Redó. Un año nuevo empieza para ellos.