¿Sueña con letras Astrid Stavro Marone? Es más que probable que en su duermevela resurja aquella vieja imprenta en Trieste a la que siendo niña su padre la llevaba a pasear entre cajas y tipografías, con olor a papel, a piel y a tinta. "Él es editor e impresor. Viví el mundo de los libros desde pequeña. Nos llevaba a mi hermana y a mí a visitar a los ilustradores de libros infantiles en aquella imprenta, la más antigua de Trieste. Era un mundo mágico, con aquella luz, los suelos de madera y yo sentada jugando con las letras de plomo. ¡Lo llevo en la sangre!", relata. Añade con un esbozo de sonrisa, "mi padre, como yo, era un adicto al trabajo". Es la única concesión a mostrarse que se permite Astrid Stavro ya que la diseñadora gráfica, formada en el Central Saint Martins College of Art &Design y en el Royal College of Art de Londres y laureada con prestigiosos galardones, es muy seria en tiempo de trabajo. Y una entrevista lo es.

A sus 41 años, se ha establecido en Mallorca junto a su marido, Pablo Martín, y su pequeño de 6 años. Son un equipo de altura en sus respectivos campos laborales que, pese a compartir espacio -la anterior escuela de diseño Blau en el centro de Palma- asumen sus tareas individualmente. Unen fuerzas en Grafica y han creado recientemente Design by Atlas: "Trabajar desde Mallorca para el mundo puede parecer imposible pero hoy en día lo local y lo global es lo mismo". Ambos lograron un hito: reunir a un centenar de diseñadores del mundo alrededor de una espiral de manteca: la ensaimada.

-­Nace en Trieste, se forma en Londres, trabaja en Barcelona para el mundo y desde hace cuatro años se traslada a Mallorca.

-A Mallorca vengo desde pequeña en vacaciones. Me desvinculé de la isla aunque seguía viniendo. Mi madre vive aquí; también ahora mi hermana. Si tiempo atrás me llegan a decir que acabaría en la isla hubiera dicho, ¡qué va! En Barcelona llegué a agobiarme de tanto turismo. Un hecho determinante en la elección de cambiar fue tener un hijo, vivíamos en el barrio gótico y para un crío es demasiado gris. Barajamos la idea de irnos a las afueras de Barcelona pero entre eso o vivir en la isla no había mucha diferencia y aquí hay una ventaja, el aeropuerto está conectado al mundo. Encontramos una casa en Binissalem, un amor a primera vista al que no pudimos resistirnos. Ahora vivimos y trabajamos en Palma para estar más comunicados. En cuanto al proyecto de Ensaimadart, la idea de Pablo y mía es aportar a Mallorca y exportar al mundo la idea de que la isla no es Benidorm ni un destino solo de playa y sol.

-¡No podía elegir mejor icono que la ensaimada para vincularse a la isla!

-Todo empezó porque coleccionamos cajas de ensaimadas con tipografía antigua. Queríamos hacer un libro sobre ésto pero costaba mucho. Costaba más encontrar cajas bonitas, al final ya nos reíamos porque coleccionamos ´la más fea´. Nos quisimos implicar en un proyecto como el de Amadip porque la responsabilidad es un concepto fundamental. Los diseñadores tenemos cada vez más poder. Con Ensaimadart tuvimos que convencerles a diseñadores de todo el mundo a salirse de sus canales habituales. El éxito no fue solo recaudar fondos sino que un concepto gráfico pueda cruzar fronteras.

-El concepto frontera veo que es clave en usted. No en vano llama al estudio con su marido Pablo Martín Design by Atlas.

-La isla es un poco cerrada por eso nos hemos trasladado a la ciudad y desde que estamos aquí somos más visibles. Nos llamamos Atlas porque trabajamos en el mundo y para el mundo desde una isla pequeña. Hoy lo local y lo global es lo mismo. Poco a poco nos vamos implicando, y así lo queremos, en trabajos para la isla como el de Ensaimadart o el de la identidad de Chefsins, Ca na Toneta, La Coqueria, Olivella y Enzima; y ello sin dejar de estar el mundo. Ahora estamos creando etiquetas de vinos para bodegas en Ribera de Duero y en Patagonia.

-Huye de Barcelona pero Palma se vende como "ciudad turística" los 365 días al año. Póngale ojo crítico al logo de la ciudad.

-La idea n o está mal, claro que tiene algo del I Love NY de Milton Glaser pero no me gusta como está desarrollado.

-Muchos de sus trabajos son diseños de libros. ¿Se venden por su ´cara´?

-Un libro tiene que llamar la atención, chillar, seducirte. Diseñar es eso, un juego de seducción en el que damos pistas sin ser evidentes. El caso de la portada de Lolita es ejemplar en ese sentido: Nabokov no podía más con esas portadas de su novela en las que se elegían niñas con poses más o menos evidentes.

-¿Por qué del vasto campo del diseño acabó eligiendo el mundo de la tipografía?

-Estudié también Literatura. Es mi segunda gran pasión. Me gusta leer y escribir. Nací con la pluma en una mano y un biberón en la otra. Mi sueño sería retirarme a una casa de pescadores y escribir. Cuando redacto artículos de diseño me ayuda a ser más analítica y abrir un canal de comunicación que no hay en nuestro mundo, muy endogámico, por cierto.

-¿Malos tiempos para la letra impresa?

-Yo no soporto leer en pantalla más allá de artículos de prensa. El libro no solo no va a desaparecer sino que pienso que es un buen momento para el libro: va a haber menos pero van a estar mejor hechos. Creo que se va a vivir un renacimiento del libro. Eso sí, y es un tema que me preocupa mucho, deberían ser sostenibles, usar papel ecológico siempre que se pueda.

-Está hablando de responsabilidad. En un momento en que se pone en cuestión el modelo consumista, como diseñadora ¿no se siente un eslabón más en la cadena del consumo?

-Creo que son más los publicistas pero claro que el diseño forma parte de la cadena pero no vendemos la moto. He pensado mucho en estos temas y creo que, quizá también por eso, he elegido hacer libros porque tiene más poesía, me reivindica más. Desde luego no puedo negar que también trabajo con identidades, marcas, pero no busco seducir sino comunicar mejor. Mi opinión es que el buen diseño genera un buen negocio, y nuestra tarea es que funcione.

-La he escuchado proclamar "Piensa primero, diseña después". ¿Seguimos enfermos de ´diseñitis´?

-Las experiencias que tenemos son del norte por la falta de identidad que no es cierto porque en España se han hecho diseños muy buenos como Cola-Cao, Norit, La vaca que ríe... ¡Un sin fin! pero parece que los jóvenes miramos más hacia afuera. Mi influencia es anglosajona. El concepto es mi educación, es parte de mi naturaleza profesional. Soy resultado de todas las décadas del legado histórico y siempre recuerdo a uno de mis maestros, Philp Baines, que antes de ser diseñador fue sacerdote y conoció muy bien las lecturas antiguas, los manuscritos, que nos aconsejaba que mirásemos hacia atrás porque era muy importante. Hoy en España, lo veo cuando doy clases, hay mucha habilidad manual y técnica pero a costa de sacrificar el concepto. Yo creo en la máxima concepto y forma es igual a función.

-Al ver sus diseños, percibo 50% cabeza, 50% emoción.

-Me siento muy latina, no española, tengo un acento raro y creo que soy apátrida mediterránea. Extrovertida pero intelectualmente y profesionalmente soy anglosajona. ¡Diez años en Londres marcan! El chip mediterráneo en el trabajo es horroroso, falta motivación y sobra dejadez.