Pilar Negredo tiene tres emes en su vida: Madrid, Mallorca y México. Sus coordenadas vitales pasan por las tres geografías. En la primera nació, en la segunda se inició como periodista y en la tercera aprende a escuchar a los viejos. Sólo por decirlo en cuatro palabras. Pilar Negredo Olalla es periodista aunque hace años que no ejerce el periodismo. "Me gusta el espíritu por el que me metí a hacer periodismo: aventura, investigación y documentación, pero el día a día en una redacción no es lo mío. Sólo añoro la radio".

Pilar Negredo es "el alma" del Maratón Fotográfica de Palma que ya ha alcanzado su vigésimo quinta edición. La importó de Madrid, el Madrid de Tierno Galván, el de los tumultuosos ochenta. Pero en Palma cuajó. Es la veterana de todas. Sin interrupciones. No oculta la satisfacción que le da el haber abierto "ese ojo de Palma". Superada la adolescencia, el Maratón es madre: Foto Jove, que alcanza a las miradas de los de menos edad y que ya cuenta con 16 años.

Pilar Negredo nació en el 59. Lleva bien las cinco décadas: "Me encuentro más serena, más segura, sé lo que quiero; lo que pasa es el que cuerpo no te acompaña.

—¿Madrileña de Palma?

—(Risas) No soy madrileña de pura cepa pero en mi vida hay tres M: Madrid, Mallorca y México. Aquí vine para hacer prácticas de periodismo. Yo estaba estudiando Periodismo en la Complutense de Madrid. Viví aquellos años del despertar ciudadano. Entré a trabajar en la galería Redor Canon que fue la única que había dedicada a la fotografía. Con 17 años conocí a Ouka Lele, Rafael Navarro, los maestros de ahora, mientras yo ayudaba a montar las exposiciones. Era joven y me buscaba la vida. Me involucré mucho en los movimientos ciudadanos. Llegó el verano y con una amiga pensamos que tendríamos que hacer prácticas de periodismo. Sólo pedí en ciudades con mar y me llamaron de Palma. Trabajé en las secciones de local y música, donde nadie quería, pero para mí fue una escuela. Aquí tuve la oportunidad de conocer a los grandes como Dexter Gordon y tantos otros. Fue la época del alcalde Ramon Aguiló. Trabajé después con los vascos (Carlos Goyarrola, Juanjo Arzubialde y Pedro) ayudándoles a montar conciertos de Radio Futura, Nacha Pop... Ya me quedé.

—¿Se vino con el Maratón Fotográfica de Tierno Galván?

—Cuando lo pienso, me doy cuenta que mi vida ha dado vueltas alrededor de la fotografía. En Palma tuve mucha relación con fotógrafos y trabajé en suplementos de fotografía. En 1983 la concejalía de Juventud de Madrid montó el Maratón Fotográfico y pensé que en Palma podría interesar. Adapté el proyecto para Palma y lo presenté al Ayuntamiento. Colau Llaneras, concejal de Cultura con Ramon Aguiló, lo aprobó. ¡Pensé que participarían 100 personas y se apuntaron 300!

—¿Se imaginó que llegaría tan lejos? ¿Tan fotogénica es Palma?

—Palma es muy fotogénica. Es bonita de todas las maneras. Aprendí a mirarla cuando hice la serie en El Día, Barriografías. Yo creo que las actividades duran si tienen un alma detrás y yo he luchado para que el Maratón fuera el gran ojo de Palma.

—¿Tendrá el mejor archivo de la ciudad contemporánea?

—Hay mucho material digital, de las fotografías analógicas hay poco.

—¿Usted es fotógrafa?

—¡No qué va! Hago fotos pero no soy fotógrafa. Lo digo por respeto a los profesionales de la fotografía, un mundo realmente difícil. Hay mucho intrusismo. Hoy cualquiera puede hacer una fotografía. A mí lo que me encanta es mirar.

—¿Voyeur, entonces?

—De lo indiscreto, no. Me gusta ver que es lo que miran los demás. Reconocer lo que miran.

—Años después, el Maratón creció: Foto Jove. ¿Qué miran los jóvenes?

—Estoy trabajando en mi tesina que es sobre la fotografía y las emociones y está claro que muchos jóvenes se expresan más con imágenes que con palabras.

—¿La máquina no es un escudo donde esconderse?

—Cualquier cosa que te ayuda a expresarte puede ser tu escondite. La gente se conecta más con las imágenes que con las palabras. La fotografía es una terapia que ayuda a sacar emociones.

—¿Al hacerlas o al verlas?

—Con ambas. Para mí las imágenes son más femeninas que las palabras.

—Dicho por una periodista... ¿WikiLeaks nos ha dado un baño?

—(Piensa un rato largo, suspira y contesta): Yo es que creo que no nos dejan ser periodistas. Quizá habría que tener más ovarios. ¡No recuerdo una época más represiva que ésta y encima dicen que lo hacen por nuestra salud! Creo que ahora estoy en una etapa de mi vida más receptiva, más ying. Antes fui una mujer de acción. Lo que a mí me interesa es la gente que hace cosas para vivir como quien planta un árbol o una semilla.

—Pero si usted no para. ¿Cuál es su trabajo en algunos institutos de Palma?

—Doy talleres de fotografía. Les enseño a mirar y a pensar en lo que miran. No les enseño técnica. Si no miran, no ven. Ellos, como ya te he dicho, se abren más con las imágenes. Lo cierto es que me llena de orgullo saber que muchos han orientado su vida gracias a la fotografía. Me escriben cartas cuando estoy en México y me emocionan.

—Hablemos de su tercera ´M´: México.

—Siempre quise ir a la India y a México. Un año, después del IV Maratón me fui a México y ya no volví. Llegué en junio del 94, cinco meses después de la revuelta zapatista en Chiapas. En aquel momento me sentía aún muy periodista y vivir, hablar con los protagonistas de aquellos sucesos, me hicieron sentir un arraigo enorme con esa tierra. Cuando regresé a Mallorca, México no se me quitaba de la cabeza. Ahora he conseguido convivir bien con mi esquizofrenia. Cuando estoy allí me doy cuenta de cuánto quiero a Mallorca y cuando estoy en la isla no dejo de pensar en México. Creo que esta dualidad de lugares me ha permitido ser como soy, me enriquecen los dos.

­-Parece un bolero. México sí que es fotogénico. ¿Llegará su Maratón de Palma allí?

—He presentado la idea a Cuernavaca y a D.F. La primera es casi seguro que se va a llevar a cabo.

-¿Qué hace allí?

—Vivo en Morelos y llevo años hablando y entrevistando a personas mayores. ¡Nadie como los ancianos para hablarte de la vida! Ahora, junto a la fotógrafa norteamericana Carol Peterson, preparamos una exposición y un libro sobre los ancianos de Zepostlan. Allí las tradiciones se conservan.

—Caigamos en el tópico. ¿Blanco y negro o color?

—Me gustan ambos, pero siempre visto de negro y me apellido Negredo y de nombre Pilar. Soy como una columna que soporta muchas cosas encima.

—¿Con humor?

—¡Siempre, por favor!