Cuando Jaime III de Mallorca encontró la muerte en la batalla de Llucmajor (1349), su cuerpo fue trasladado a la iglesia parroquial de Llucmajor. El gobernador de Mallorca enseguida pidió instrucciones al rey vencedor, Pedro IV de Aragón, acerca de lo que tenía que hacer con la reina viuda y sus hijos (Jaime IV e Isabel) que estaban presos en el castillo de Bellver. También insinuó el gobernador que Jaime III podría ser enterrado en la Catedral "que´l pogués hom soterrar a la Seu [de Mallorca] honradament, que vuy mes no pot fer mal ne be", consejo que no siguió el rey de Aragón, el cual ordenó el trasladado de los restos mortales del rey mallorquín a Valencia, siendo enterrado debajo del coro de la catedral levantina.

Se recuerdan estos hechos a propósito de la noticia que ha aparecido estos días entorno a una expedición de historiadores y arqueólogos mallorquines que se han trasladado a la ciudad castellana de Soria. Allí, entre las ruinas del convento de San Francisco, buscan la cripta medieval del cenobio, dentro de la cual, según parece, estaría enterrado Jaime IV de Mallorca, último varón de la dinastía real mallorquina.

Jaime IV de Mallorca, hijo de Jaime III de Mallorca y Constanza de Aragón -hermana de Pedro el Ceremonioso-, nació en 1337 en la ciudad de Monpeller. Entre 1342 y1345 vivió separado de su madre, la cual permanecía junto a su hermano el rey de Aragón. En 1345 la reina Constanza volvió al lado de sus dos hijos (Jaime e Isabel) y su marido (Jaime III). Pero al poco tiempo ésta murió y Jaime III se casó con Violante de Vilaragut. Poco se conoce de la infancia de Jaime IV. Si algo se sabe es que desde pequeño fue víctima del enfrentamiento entre su padre (Jaime III) y su tío (Pedro IV), que pugnaban entre sí por la soberanía del reino de Mallorca. Ello debió marcar profundamente al niño que fue anidando animadversión hacia su ambicioso tío.

Con once años lo hayamos herido en el campo de batalla de Llucmajor. Allí vio cómo el estandarte de su padre, la enseña de los reyes de Mallorca, se desmoronaba, al caer durante el combate el portaestandarte, su tío, Pagano de Mallorca -hermano natural de Jaime III- y también vio como su padre, el Rey, perdía su vida junto a sus hombres. La reina Violante y los infantes Jaime (ahora ya Jaime IV) e Isabel fueron apresados en el castillo de Bellver. Jaime IV seguía siendo un obstáculo para las intenciones anexionadoras de Pedro IV, pues el testamento de Jaime I (tatarabuelo de Jaime IV) dejaba bien claro que mientras la dinastía mallorquina poseyera descendencia directa masculina serían los legítimos herederos del reino de Mallorca. Por ese motivo el Ceremonioso se cuidó muy mucho de mantener encerrado a su sobrino mallorquín con la intención de que se pudriera entre rejas. Así las cosas, Jaime IV fue trasladado (1349) a la fortaleza de Xàtiva (Reino de Valencia), para más tarde ser trasladado al Castell Nou de Barcelona (1358). Permaneció preso durante un período de más de doce años, bajo una estrecha vigilancia. De noche dormía en una cama que estaba dentro de una gran jaula de hierro. Inútiles fueron las gestiones para que la Santa Sede intercediese por el joven príncipe mallorquín. Al final se tuvo que apelar a la conspiración de los partidarios de la Casa de Mallorca, los cuales estaban capitaneados por Jaume de Santcliment. El 1 de mayo de 1362 se consiguió liberar al preso que rápidamente se dirigió al reino de Nápoles a buscar el amparo de su sobrina Juana, reina de Nápoles y condesa de la Provenza (hija de Carlos de Nápoles, primo de Jaime IV). No sólo consiguió su protección sino que se caso con ella y le fue concedido el título de duque de Calabria. La noticia de la fuga del príncipe Jaime produjo una gran alarma en Cataluña y sobre todo en Mallorca. El gobernador de la Isla, Bernat de Tous recibió órdenes desde Barcelona para que controlase los desembarcos efectuados en Mallorca, por si el príncipe tuviese intención de desembarcar en la Isla. También se reforzó la vigilancia desde las atalayas. La alarma provocó tal confusión que el mismo gobernador se desplazó hasta Santanyí al haber sido informado de la presencia de cuatro galeras en dónde posiblemente se encontrase el príncipe mallorquín. Todo fue una falsa alarma. Hay que esperar hasta 1367 para ver a Jaime IV entrar en la Península, aliado con castellanos e ingleses -los cuales estaban enfrentados a franceses y aragonés-. Triunfó en la batalla de Nájera, junto al Príncipe Negro (Eduardo de Inglaterra), y Pedro de Castilla. Hubo altos y bajos en las expediciones que realizó el príncipe mallorquín, la situación llegó a preocupar seriamente a Pedro IV. Finalmente, pero, Jaime IV cansado y recogido en Soria fue envenenado (1375), seguramente por orden del rey aragonés "?encontinent morí ab herbada, que li fou dada", dice su crónica.

En 1905, el obispo Pere Joan Campins, consiguió, después de 556 años de destierro, que los restos de Jaime III retornasen, desde Valencia a la Isla. Años más tarde, en 1946, Federico Marés realizó los sarcófagos neogóticos destinados a los reyes mallorquines Jaime II y Jaime III. En el mes de mayo de ese mismo año se celebró, con gran solemnidad, el traslado procesional de los restos reales a sus nuevos y definitivos enterramientos en la capilla de la Trinidad de la Catedral.

Si finalmente se encuentran en Soria los restos del desdichado hijo de Jaime III, último heredero de la Casa de Mallorca, sería de justicia que pudiese descansar en la catedral de Mallorca al lado de sus antiguos: los reyes de Mallorca.

(*) Cronista oficial de la ciudad