Pep Truyol

Luis Moya Bareche

Conozco a Pep Truyol desde la infancia, ambos vivimos nuestros primeros años en la misma calle y la amistad y relación se ha mantenido hasta hoy acrecentada por nuestra mutua afición al cine.

El lector puede creer que mi juicio está nublado y mis palabras condicionadas por el afecto. Nada más lejos. Mi proximidad me ha permitido conocer determinados hechos y su gran ilusión en promover el conocimiento del cine clásico, especialmente entre la juventud, y la objetividad me la dan los números a los que he dedicado toda mi dilatada vida profesional.

En estos días este periódico comenta las adjudicaciones otorgadas por el Ayuntamiento de Palma, desde el año 2021 hasta el actual, a los padres y regidora Neus Truyol por un importe de 39.900 euros. La noticia redactada con una intención muy concreta, inmediatamente es aprovechada por el PP que exige una «investigación a fondo».

Como entiendo que la noticia se presta a confusión, quiero aclarar que no se trata de una comisión o pago por un favor que beneficia totalmente a su destinatario que procura mantener el máximo secreto. Por el contrario, es una concesión pública a favor de una empresa que para desarrollar su actividad empresarial debe atender sus costes de explotación: nóminas del personal, alquiler de películas, medios mecánicos, gastos de explotación y de administración, seguridad social e impuestos.

Es de dominio público que debido a una competencia insuperable las salas de cine atraviesan grandes dificultades y escasa rentabilidad y peor es la situación del cine al aire libre, de temporada y siempre pendiente del sector público.

Es el caso que tratamos, si suponemos con cierto optimismo una hipotética rentabilidad del 10%, considerada en casi todos los sectores como muy buena, el beneficio generado por la empresa de los padres de Neus Truyol sería de unos 3.900 euros que deducido el impuesto de sociedades supondría un superávit de unos 1.000 euros por año. Dicho de otra forma, los beneficiarios del 92% de los ingresos cerca de 37.000€ son la sociedad balear y el sector público.

No es de extrañar que con esta rentabilidad tan pírrica las empresas dedicadas a esta actividad mermen y haya poco interés en acudir los concursos. En este punto nos podemos preguntar por qué Pep Truyol, sobrepasando los 80 años, se complica la vida y mantiene la actividad de su empresa. La razón es su vocación por el cine que ha regido toda su trayectoria laboral y su deseo de divulgar la cultura cinematográfica, con la ilusión frustrada de llegar a colaborar en la creación de una cinemateca, como existen en la mayoría de las capitales de provincia, a la que contribuiría con la donación de su colección de DVD compuesta por 12.000 uds.

Estos son los hechos, los números y las razones y como las he vivido se lo cuento.