Opinión

Hombres maltratados, bajo lupa

Los menores víctimas de violencia de género aumentaron un 32% en 2023 y las mujeres un 12%, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Es la mayor cifra desde que hay registros, en el año 2011. Con esta situación estos días hemos tenido que leer que la Comunidad Valenciana admitía la inscripción de una fundación de «hombres maltratados».

A muchas personas les ha sorprendido el tema de las asociaciones de hombres maltratados y piensan que es algo nuevo, pero quienes estamos en esto hemos hablado sobre estas asociaciones años y años. Ya estaban antes, solo que ahora crecen impulsadas por la ola negacionista. «¿Y qué problema hay de que esto exista cuando vosotras tenéis asociaciones de mujeres maltratadas?», nos dicen.

El problema no reside en que haya una asociación, pues este es un derecho constitucional sagrado, en el artículo 22. Tampoco es problema que haya hombres maltratados que se reúnan, pues además en estos casos tienen el reconocimiento legal de la violencia doméstica en los casos que se produzca. El problema es cuando estas asociaciones, más que preocuparse por recuperar a hombres maltratados, difunden informaciones donde se defiende el machismo y atacan a las mujeres. Si bien puede haber excepciones es un patrón que se repite demasiado. Y que casualmente, desde el surgimiento de Vox, muchas de ellas han despuntado y desarrollado acciones expresas y manifiestas contra las mujeres. Quizás, alentadas por su discurso.

Ese es el grave problema de fondo. Que tú puedes visitar una web de una asociación de mujeres maltratadas y verás que no hay ni una palabra en contra de los hombres, sino de los agresores, y que la información que ofrecen se basa en leyes y en la justicia. Pero que, en cambio, una buena parte de webs de asociaciones de hombres maltratados muestran poca información sobre recursos verdaderos para ellos y mucha destinada a señalar a las mujeres como las responsables de una caza contra los hombres, además de manipular sobre las leyes feministas de nuestro país.

En estas webs, o incluso foros de Telegram dedicados a ello, parece existir una plantilla de contenidos con la que bombardear una y otra vez, buscando la viralización de bulos o medias verdades. Por ejemplo, la base de muchas de estas asociaciones es indicar que no se cumple la igualdad por razón de sexo desde que se creó la ley de violencia de género, respaldada por el Tribunal Constitucional. Consideran que no puede existir una justicia con perspectiva de género, a pesar de que así lo reconozca la CEDAW de 1979 (art. 15), el Convenio de Estambul (art. 4) y debamos por la Constitución (art. 96) aplicar esos ordenamientos. Pues, en su defecto, no se produciría el derecho a una tutela judicial efectiva. Pero claro, ante la falta de formación democrática de la población, aprovechan además para hacer pensar que medidas cautelares que se aplican a todos los casos se crean de forma específica solo para proteger a las mujeres, lo cual es falso.

Dicen que las mujeres ponen denuncias falsas de forma mayoritaria, a pesar de las cifras de Fiscalía que cada año lo niegan e intentan decir que los sobreseimientos son denuncias falsas en lugar de explicar que la falta de pruebas de una violencia que se ejerce en privado, y a veces sin registro de daño físico, provoca su impunidad. De la misma forma que hablan de madres manipuladoras en los procesos de custodia en lugar de reconocer la violencia vicaria y cómo agresores se hacen pasar por víctimas.

Son asociaciones que niegan las consideraciones del Consejo General del Poder Judicial, que rechazan leyes y que no contemplan convenios internacionales. Llaman feminazis a las feministas y dicen que los hombres quedan relegados a esclavos del sistema, como si vivieran en un mundo paralelo.

Insisto. Nadie se opone a asociaciones de hombres maltratados, si en verdad lo fuesen y esos espacios no fueran un caldo de falsedades y bulos cargados de mandatos patriarcales y estereotipos. Lo que sí puede hacerse es cuestionar a esas asociaciones cuando sus páginas suponen una ofensa hacia las mujeres y hacia el propio Estado de derecho. Y para entenderlas hay que poner la lupa sobre ellas, para ver bien qué o quiénes están detrás.

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