Opinión

Irán prefiere a Biden

Biden y Trump.

Biden y Trump. / Blomberg

El presidente Biden tiene desde hace pocos días las manos más llenas que nunca para atender las tensiones internacionales que requieren ayuda de Estados Unidos y, de momento, la situación le ofrece grandes beneficios electorales.

Porque, si uno de los problemas de Biden es una senilidad tan evidente que le hace perder la confianza de sus compatriotas, el hecho de que el país lo vea ahora al timón de las crisis representa para él un espaldarazo electoral.

El momento de los ataques iraníes contra Israel este pasado domingo, no podía ser más oportuno para Biden: Mientras su rival republicano, el ex presidente Trump, ha de dedicar tiempo y atención a una multitud de pleitos y causas penales, Biden se rodea de una aureola presidencial y puede exhibir su experiencia y capacidad de convocar a líderes de todo el mundo.

Las imágenes que hoy ve la población y los mensajes que recibe son de un político al timón de las crisis mundiales a las que llega con su larga experiencia en el Congreso y en la Casa Blanca y este hombre, que apenas puede caminar en línea recta ni subir sin caerse por la escalerilla de un avión, es el principal interlocutor de los aliados de EE UU en todo el mundo y quien orienta sus políticas.

Incluso Israel, que ha andado algo a la greña con Biden, le debe agradecimiento por la ayuda prestada durante los ataques iraníes, unos ataques que no demuestran precisamente una gran capacidad de Teherán para proezas militares: casi todos sus misiles y ataques fueron interceptados y apenas hubo daños causados por los pocos que llegaron a sus objetivos.

Hasta los hutíes de Etiopia han tenido más éxito con sus drones que los iraníes en Israel: al menos han conseguido inhabilitar un barco que navegaba por el Mar Rojo y sus amenazas han conseguido además encarecer el comercio mundial porque muchos navíos se desvían, aunque hayan de circunvalar África.

Las encuestas señalan que ambos candidatos, Trump y Biden, están muy igualados en intención de voto y que Biden se recuperó un tanto en los últimos días y no le va muy a la zaga a su rival. Unas cuantas acciones militares bien coordinadas y planeadas por el Pentágono, podrían ser suficientes para dejar a Trump en la cuneta y desinflar sus esperanzas de regresar a la Casa Blanca. Biden podría seguir sesteando hasta que llegue el temido momento en que tenga que ceder su puesto la vicepresidenta Kamala Harris.

Al margen del aspecto electoral, Biden se enfrenta a una serie de dilemas: seguir apoyando militarmente a Israel le enfrenta con parte de su electorado y pone a Estados Unido en una situación diplomática difícil, para no decir imposible. Tiene aliados en el mundo árabe, como Arabia Saudita y Jordania, pero ambos países tienen también su techo de cristal en la cooperación con Israel.

Y el problema inmediato es cómo reaccionar a este primer ataque iraní contra territorio israelí: sin respuesta, el estado judío pierde credibilidad y con respuesta puede incrementar las tensiones de una forma difícil de controlar. Sus aliados no desean tomar acciones que lleven a extender el conflicto y Washington ha avisado ya a Israel de que no participará en una expedición de castigo contra Irán.

Claro que las declaraciones y promesas, especialmente en años electorales, tienen un valor muy relativo. Ya lo advierte un proverbio alemán: «Cuando más se miente es durante una guerra, antes de una elección y después de un día de pesca».

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