Opinión

De Portugal a Europa

El líder del Partido Social Demócrata de Portugal, Luís Montenegro

El líder del Partido Social Demócrata de Portugal, Luís Montenegro / EP

Las elecciones del pasado domingo en Portugal han arrojado un resultado inquietante, puesto que han registrado un importante auge de la extrema derecha, hasta un punto que influye en el equilibrio político del país y por lo tanto en la gobernabilidad, en el sistema tradicional de relaciones poder-oposición que quedaba establecido últimamente los dos hemisferios portugueses. Algo parecido ha sucedido en España en las pasadas elecciones de julio (aunque en nuestro caso las formaciones progresistas sumaban mayoría parlamentaria) y, según casi todos los presagios, este surgimiento afectará también al Europarlamento que emane de las elecciones europeas del próximo mes de junio.

Como es conocido, a falta del voto emigrante, ya está claro que las elecciones portuguesas han sido ganadas por la Alianza Democrática de centroderecha, encabezada por Luis Montenegro, con unos 79 escaños (incluidas las islas) frente a los 77 del Partido Socialista, con Pedro Nuno Santos a la cabeza. El hecho relevante ha sido el auge de la extrema derecha de Chega, de André Ventura, que ha pasado de 12 escaños en las pasadas elecciones a 46 en las actuales, algo más del 18% de los votos. Con estos datos, es altamente probable que el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que está celebrando consultas, encargue la formación de gobierno a Montenegro, quien se negado, durante la campaña y tras conocerse los resultados electorales, a pactar con los ultras. Tanto el PS como Chega ya han manifestado que no se opondrán a la investidura de Montenegro, si bien el PS ha descartado prácticamente apoyar los presupuestos… Si estas posiciones se mantienen, es claro que Montenegro no tendrá cartas suficientes para gobernar, por lo que la única salida practicable sería convocar nuevas elecciones, posibilidad que gana terreno en el país vecino.

La opción de Montenegro, que a muchos observadores nos parece dignísima, no ha sido sin embargo la que en España ha preferido el Partido Popular, que gobierna con Vox, sin excepción, en todas las instituciones en que la alianza ha sido capaz de conseguir el poder. En el Estado, el PP no ha pactado con Vox porque la mayoría que ha conseguido aglutinar la izquierda encabezada por el PSOE ha alcanzado la mayoría absoluta de los escaños.

Pues bien: el dilema de fondo que plantean estas distintas posiciones ya está generando intenso debate en las vísperas de las elecciones europeas de junio. En el reciente congreso del PPE en Bucarest, se han percibido las dos sensibilidades, la de Manfred Weber, partidario de la alianza derecha-neofascismo, y la de la candidata Ursula con der Leyen, que parece apostar por la vieja y vigente fórmula de la gran coalición PPE-PSE. Mientras se produce este debate, es manifiesto que crece la condescendencia de los conservadores hacia la extrema derecha. El rigor con que en Francia en Alemania se ha creado un inviolable y sistemático cordón sanitario que deja fuera a la extrema derecha no se ve en España ni en Italia… Por más que en este país empiece a haber movimientos encaminados a lograr que los Hermanos de Italia, el partido de Meloni, abandone la familia política extremista Europeos Reformistas y Conservadores (ECR) y se adhiera al PPE.

Un sector europeo de opinión nada desdeñable cree necesario que, ante la evidencia de que la extrema derecha mantiene en la UE una potencia inquietante, se fomenten las coaliciones entre el centro-derecha y el centro-izquierda par que Europa no pierda sus esencias, sus principios y sus irrenunciables valores. De ningún modo se puede consentir que prosperen criterios xenófobos contra la inmigración, que no solo es necesaria sino que responde al papel que las comunidades ricas deben desempeñar en el concierto internacional, ni son admisibles otros recortes de derechos, ni cabe admitir en los centros de poder a los negacionistas que refutan el cambio climático. Alemania ha dado ejemplo de integridad democrática al excluir a los neonazis y al recurrir a la gran coalición cuando ha hecho falta (Merkel lo hizo tres veces). Por eso en España es tan inquietante que PP y PSOE se esfuercen a diario por alejarse cada vez más uno del otro, lo que da alas y oportunidad a los enemigos de la democracia.

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