TRIBUNA

Pacifismo frente militarismo

La sociedad civil debe promover con determinación el pacifismo frente al militarismo creciente y forzar a los gobiernos a invertir en desarrollo sostenible para las personas, los pueblos y el planeta en detrimento del gasto militar

Ilustración: Pacifismo frente militarismo

Ilustración: Pacifismo frente militarismo

Jon Kobeaga

Jon Kobeaga

El secretario general de la ONU , Sr António Guterres, ante el trágico genocidio en marcha contra el pueblo palestino y la impasibilidad de las potencias occidentales decía que estamos ante una «crisis de humanidad».

Hace días la Presidenta de la Unión Europea, Sra Ursula von der Leyen enfatizaba: «Vamos a gastar más, a gastar mejor y a reforzar nuestro sector armamentístico». Se refería a la petición que hacían los dirigentes de la OTAN, impulsados por Estados Unidos, a incrementar significativamente el presupuesto militar de los países miembros.

El gasto militar mundial alcanzó la desorbitada cifra de 2.240.000 millones de dólares (2.240 billion usd) en 2022. Para poner en contraste estos datos las dos agencias humanitarias de la ONU para los refugiados ACNUR y UNRWA recibieron el mismo año un equivalente al 0,56% de la cifra anterior. Las grandes potencias mundiales, con Estados Unidos liderando, promueven el incesante aumento de gasto militar en el mundo ejerciendo presión sobre otros países que forman parte de sus alianzas para defender sus intereses político/económicos en cualquier rincón del planeta. El militarismo, entendido como ideología que utiliza la fuerza militar como medio de resolución de conflictos, está en auge en estos países. Significativamente las armas son, productos ineficientes , no tienen valor social o de consumo para la población y su destino finalista es hacer la guerra lo que provoca gran número de pérdidas humanas, enorme sufrimiento para la población y destrucción masiva de infraestructuras y servicios.

El Banco Mundial señala en sus informes datos para el escalofrío y la vergüenza: 700 millones de personas en el mundo viven en situación de pobreza extrema. El hambre afecta hoy día a 800 millones de personas. 2.000 millones de personas no tienen acceso a servicios de agua potable. Y 446.000 niños/as menores de 5 años mueren al año en el mundo por afecciones diarreicas. En España las verdaderas amenazas no son que alguien nos pueda invadir sino de ámbito social , vitales para la vida de las personas: empleo (2,8 millones parados), vivienda (2% viviendas sociales), salud, coberturas sociales ( 3 millones de hogares en situación de pobreza ), preservar el medio ambiente y hacer frente a las consecuencias de la crisis climática. .

Reinvertir el gasto militar en desarrollo económico social debe ser una aspiración humana urgente de toda la comunidad internacional en estos momentos. Mahatma Gandhi, paradigma de la no violencia y dirigente más destacado de la independencia de la India frente al Imperio Británico decía en uno de sus escritos: «Mantengo que sin honestidad y no violencia no puede haber más que destrucción para la humanidad». La actual carrera armamentística, el militarismo como ideología nos ha llevado hasta esta «crisis de humanidad» y a los altos niveles de miseria y sufrimiento que padecemos en el mundo. Con las 12.500 ojivas nucleares que hay almacenadas somos hoy capaces de destruir este planeta al completo. Cabe reflexionar hasta dónde hemos llegado.

La sociedad civil debe promover con determinación el pacifismo frente al militarismo creciente y forzar a los gobiernos a invertir en desarrollo sostenible para las personas, los pueblos y el planeta en detrimento del gasto militar . En situaciones de conflicto por cualquier causa otro tipo de relaciones internacionales distintas a ejercer la fuerza y violencia son posibles basadas en el respeto , en la comprensión y en la ayuda mutua. Se debe priorizar y defender el valor superior del ser humano frente a las dinámicas partidistas de la economía global de mercado de imparable crecimiento y obtención de beneficio a toda ultranza que subyacen en la base de todo conflicto. Hay que dar esperanza a millones de personas en el mundo para evitar que la vida quede reducida a una angustiosa supervivencia.