Sexo, ‘dossiers’ y zorras: ¡vaya tropa!

Bernat Jofre i Bonet

Bernat Jofre i Bonet

«Anda bien, zorra: no faltará quien te corra». Antiguo proverbio. Digno de ser estribillo eurovisivo.

El peinar canas empieza a dar a uno perspectiva de las cosas. Preocupantemente: uno se da cuenta de que ha vivido momentos ignotos para cada vez mayor parte de la población. Ergo, me estoy volviendo viejo.

Digo esto porque lo vivido este último mes en España es, como mínimo, hilarante. Digno de un capítulo de Belleza y Poder. Quizás de Dallas. ¿Se acuerdan? Recapitulemos. De entrada, una canción ñoña y con un sentido del ritmo basado en el compás de una caja de música es elegida representante de TVE —que no de España, dicho sea de paso— para el festival de Eurovisión. Ello no es ninguna novedad. Lo que sí empieza a serlo es que la medianez presentada sea reivindicada como «un grito de empoderamiento femenino». Roza lo sublime. Parece que las autoras de tales palabras equiparen a Nebulossa con Rosa Luxemburgo. Siguiendo tal regla de tres, y cual opereta de los hermanos Marx, el 8 de marzo saldríamos a conmemorar el Día de la Zorra Trabajadora. O el día de los derechos de la zorra. Obvio que no. Miren, seamos serios: si hubo en España una creación musical reivindicativa de género fue Me gusta ser una zorra, de Las Vulpess. Eso sí era música. Punk, sin concesiones y mensaje claro, sin medias tintas: «Prefiero masturbarme, yo sola en mi cama. /Antes que acostarme con quien me hable del mañana./Prefiero joder con ejecutivos/Que te dan la pasta y luego vas al olvido».... «Me gusta ser una zorra/Me gusta ser una zorra». Supuraba ritmo, potencia y feminismo. Sin duda alguna. Justamente por lo último fue prohibida por las autoridades de la época (1986). Y hasta ahora. Hubiera estado muy bien que los colectivos feministas la hubieran recuperado como símbolo. Pero no: prefieren callar. Como cuando una de las suyas da clases de sexo —gratuito, insultante, e inconsciente a partes iguales— a una rival política. En público, por escrito y dejando constancia de ello en las redes sociales. Sin comentarios. Para más inri, los compañeros de partido de la espontánea Safo culparon más a la filtración de la noticia que a los graves hechos. Reacción muy típica del pillado a destiempo: el enemigo exterior. La Iglesia Católica suele actuar igual cuando se destapan presuntos casos de pedofilia en los seminarios. Culpa a la filtración del problema, no a quien lo consiente.

Y es que en las cosas de la cama, somos muy especiales. Tanto, que ponemos en peligro todo lo que con esfuerzo hemos construido por un buen revolcón. Bien lo saben en el Parlament de les Illes Balears, conscientes de que la última crisis vivida tiene un origen claramente sexual. De la vida presuntamente licenciosa por parte de quien en teoría no la debería haber tenido. Ahí empieza todo.

Mientras, la institución parlamentaria recobra su normalidad. Como si no hubiera pasado nada. Como el Consell de Mallorca, que ha visto como una de sus principales conselleres debía dimitir por un presunto desfalco de seis millones de euros. Una nimiedad para el españolito normal y corriente. También para los muy bien pagados diputados o diputadas.

Sexo, política, dinero, dossiers, y mentiras. Demasiadas veces juntos.

Todo, en menos de lo que una mujer tarda en gestar un niño. ¡Vaya tropa!

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